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En qué momento se jodió el Congreso*
Por José Luis Ramos Salinas
El Congreso de la República es considerado el primer poder del Estado; sin embargo, a nadie hay que convencer que los congresistas de nuestro país están muy lejos de ganarse tal título, y mucho menos el de “padres de la patria”. Pero si así se les consideró en algún momento; si, no pocas, de las intervenciones de los congresistas de antaño tenían tal valor jurídico, político y social, que merecían publicarse; cómo así hemos llegado al extremo de los “mata perros”, “come pollos” y “roba cable”, que sin duda, no son de los parlamentarios más avezados (la fujimorista María López acaba de ser condenada por un enriquecimiento ilícito de 2 millones y medio de dólares, al “come pollo” le falta mucho que aprender), pero tal vez sí de los que más atención mediática tuvieron.
Para responder esta cuestión hay que hacer un poco de historia. En 1990 los partidos políticos todavía existían como tales, y sus listas de congresistas estaban formadas por los militantes que en base a la dedicación al partido y a su ligazón con las masas, se habían ganado ese lugar. Fueron 9 las candidaturas presidenciales, 5 de partidos políticos con una trayectoria importante, Cambio 90 como el outsider, una lanzada por una organización religiosa, y dos fuera de contexto y de foco. Pero las listas al congreso fueron 17; y los había de todo tipo: desubicados y magnates que en base a campañas multimillonarias querían ser congresistas. Sin embargo, la ciudadanía prefirió notoriamente a los partidos sólidos, Cambio 90 fue la nefasta excepción.
Fujimori, ya como presidente y como parte de su plan para convertirse en dictador, inició una campaña de desprestigio contra los congresistas, la que tuvo gran repercusión en la población que empezó a verlos como un gasto insulso, facilitando la disolución del Parlamento. También Fujimori atacó a los partidos con éxito, de manera que en las elecciones de 1992 estos fueron arrasados. En 1995 la suerte no cambió; a Cambio 90 – Nueva Mayoría, solo pudo enfrentarse UPP, que liderara Pérez de Cuéllar, sin duda una personalidad, pero no un político. En el 2000 va a ser otra agrupación nueva, Perú Posible, la que va a tener alguna presencia.
En adelante, los partidos no podrían recuperarse nunca en el sentido que tuvieron hasta 1990, sino que optaron por “fujimorizarse”. Esto es, no actuar como partidos, sino como mero soporte de un candidato que hace y deshace no en base a un proyecto político ni ideológico, sino con el mero afán de ganar votos. Los coqueteos de Alan García con MilletFigueroa y Mario Hart es el ejemplo perfecto.
Todo esto viene acompañado con el hecho que desde el 2006 se hizo evidente que se gana o se pierde, no porque la gente comulgue o no con el proyecto político, ni siquiera con el plan de gobierno del candidato, sino que esto depende de la campaña electoral. El lugar que antes tenía el ideólogo y luego el equipo técnico, ahora lo ocupa el asesor de campaña, figura de primerísima importancia. Y la campaña necesita fondos, y entonces se empieza a considerar como elemento fundamental para que alguien ingrese a la lista de congresistas, sobre todo en la figura de invitado, el monto que pueda aportar. En otras palabras, se venden y se compran curules. La familia arequipeña Mendoza del Solar, que participó en diferentes planchas presidenciales y listas al congreso, es el ejemplo perfecto. La hija del patriarca: Lourdes, hasta llegó a ser vicepresidenta del Perú con Alan García, sin gloria y con mucha pena (cada vez que hablaba).
En ese contexto, era inevitable que el Congreso se desdibujara al extremo con los postulantes al Congreso que tenemos hoy, que van desde acusados de diversos delitos (la suerte del ex general Edwin Donayre se debate entre Piedras Gordas y el Congreso, y la número 1 de Keiko es nada menos que Cecilia Chacón) hasta futbolistas que piensan con los pies. Al medio hay de todo, sin duda también gente capaz (la que seguramente no logrará una curul) y familiares de los candidatos al estilo virreinal, así Fujimori que tiene a Keikocomo su representante, también tiene a Kenyi como postulante al Congreso; y Acuña, que cada vez se parece más al inquilino de la DINOES, puso a sus dos hijos y a su hermano en posiciones tales que es casi seguro que serán parlamentarios.
Tal vez no sea tan importante responder la pregunta: ¿Cuándo se jodió el Congreso? Sino: ¿Cómo es que permitimos y seguimos permitiendo que se joda el país?
*Publicado en el diario Noticias del 26 de enero de 2016