8 nov 2016

La izquierda desunida también está unida

                       Por José Luis Ramos Salinas 

La unidad se ha impuesto como un valor en la sociedad contemporánea, y la división casi como un crimen. Se aplica a muy diversas cosas, pero en este caso nos interesa analizar el asunto para aspectos políticos.
¿Puede haber unidad en política? Por supuesto, pero esta se obtiene a través de por lo menos uno de estos dos medios: con una ideología bastante definida que se traduce en principios doctrinales que quedan muy claros para todos; o a través de una organización que cuenta con aparatos disciplinarios de una eficiencia extraordinaria. El primer medio es difícil de lograr, si se pretende crecer como opción política, sobre todo en el plano electoral. Del segundo medio, son buenos ejemplos Sendero Luminoso y el Apra.
Si estas premisas son ciertas, hablar de la unidad de la izquierda o de la derecha es un disparate, pues se tratan de etiquetas, no solo confusas en el momento actual (el liberalismo hasta hace poco  entendido como de derecha ahora es parte importante de la izquierda) sino que abarcan tanto, que permiten una diversidad enorme en su interior que por antonomasia no puede constituir una unidad.
A la izquierda siempre se le achaca ser divisionista, y se atribuye a esta tendencia la razón de sus fracasos electorales. Que en algún momento haya habido docenas de partidos de izquierda fue sin duda un exceso, pero querer ahora tener solo uno, también lo es. Si no veamos qué pasa en la derecha. ¿Alguna vez estuvo unida? Acaso el Fredemo pueda considerarse el intento más reciente de unidad de las fuerzas derechistas en el Perú, pero si leemos el Pez en el Agua de Vargas Llosa, impulsor de esta unidad, nos daremos cuenta que nunca hubo tal. Pero no le exijamos tanto a la derecha, pensemos solo en sus partidos. Acaso Peruanos por el Kambio no tiene serias fricciones entre los “tecnócratas” y las “bases políticas”; y acaso ese partido no va a morir el 2021 cuanto mucho. ¿Acción Popular no demostró la debilidad de su cohesión cuando en la segunda vuelta su candidato y sus dirigentes apoyaron distintas opciones? ¿El PPC no hizo un papelón al unirse al Apra? ¿Y el fujimorismo no ha tenido que dar una ley anticonstitucional para no sufrir un desbande de sus invitados, léase oportunistas? La derecha no necesita estar unida para no ser vencida.
Sin embargo, con el cuento de la unidad, ya sabemos que lo es, se ataca desde los medios permanentemente al Frente Amplio. Y las críticas vienen de la derecha y de la izquierda. El Frente Amplio es un conglomerado de partidos políticos, de grupos de intelectuales y de activistas, y de gente que se siente de izquierda pero que no milita en ninguna de las organizaciones que conforman el FA. Si somos conscientes de esto, entenderemos el gran mérito del Frente Amplio, que se resume precisamente en su nombre. Pudo unir desde activistas por el reconocimiento de la diversidad sexual, hasta marxistas ortodoxos. Y semejante logro, que ojalá se repita en 2021, solo se puede explicar por la tremenda situación de desventaja que tenía la izquierda en las elecciones pasadas, y por el cambio en la derecha que decidió dejar de ser una fuerza de la modernidad capitalista y convertirse en una falange retrógrada y obscurantista.
Pero la situación ha cambiado, la izquierda es una fuerza importante en el Congreso y ha demostrado tener la suficiente viada, como para que el fujimorismo y sus aliados hayan empezado una guerra sucia en su contra desde ahora, por el temor que les vuelvan a arruinar el pastel en el 2021.
Que en esta nueva coyuntura, partidos como Tierra y Libertad, quieran alcanzar mayor protagonismo y actuar con cierta independencia del Frente Amplio, con su propia agenda; no solo es comprensible, sino hasta saludable. Lo mismo, que haya un grupo importante de organizaciones al interior del Frente Amplio, que iniciará en breve la recolección de firmas para su inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones. La izquierda, como la derecha, es un abanico, y es bueno que la gente lo vea así, y elija no solo entre derecha e izquierda, sino entre sus matices, por lo menos en una primera instancia, y ya luego, en la segunda vuelta por ejemplo, entre concepciones ideológicas más generales.
El crecimiento de la izquierda, pasa por el fortalecimiento de las varias organizaciones políticas que la conforman. Y eso inevitablemente va a generar una suerte de competencia y de críticas mutuas, que no constituyen mayor problema, si no se olvida que el enemigo es la derecha y no las posiciones no coincidentes de izquierda.
Pero, cuidado, hay una bancada del Frente Amplio, y los ciudadanos que le dieron su voto, lo hicieron por ese esfuerzo de unidad. Allí, en el Congreso, no aplica todo lo dicho, sino que lo que corresponde son los debates a puerta cerrada, si quieren con muertos y heridos, pero cuando se abren las puertas, al momento de fijar posición acerca de lo que está ocurriendo en el país, la izquierda debe demostrar, que a ese nivel no hay fisura alguna.






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