Por José Luis Ramos Salinas
En esta misma columna y por otros medios he criticado duramente a la Asamblea Estatutaria de la Unsa por elaborar un cronograma electoral tan apretado que no daría tiempo ni para conocer a los candidatos, algo de vital importancia en unas elecciones que por primera vez participan los estudiantes y docentes con voto universal. El jurado electoral elegido pudo cambiar los 100 metros planos por el maratón, pero más pesó la amenaza formal de la Sunedu y su ultimátum para que el 31 de diciembre ya haya nuevas autoridades so pena de sanciones económicas y administrativas. También hizo su parte el congresista Daniel Mora, declarando permanentemente en los medios en contra de las actuales autoridades universitarias, no insinuando, sino afirmando que si permanecían en los cargos era para lucrar a costa del erario público, y que yo sepa eso es un delito por lo que no entiendo por qué el parlamentario no hace las respectivas denuncias a la fiscalía, si de verdad de eso se trataba.
La verdad es que la universidad peruana quedó atrapada entre una lucha de intereses económicos por parte de las universidades privadas, algunas de ellas mal llamadas universidades, y partidos políticos que han tenido cautivas durante décadas a varias universidades públicas y que ven en la nueva ley un peligro de perder todo lo que ello significa. En su lucha contra estos intereses extra académicos, Mora no ha mostrado objetivos más loables, sino que también poco o nada le importa la marcha académica de la universidad, siendo capaz de sacrificarla con tal de que se cumpla la ley que él promovió supuestamente con el fin de mejorar la calidad universitaria. Hay que decir además que si las autoridades universitarias, por ejemplo de la Unsa, se quedaban un semestre más, o incluso dos años más, no estaban incumplimiento la ley en lo absoluto, puesto que esta estableció el límite recién para el 2019. Ha sido la Sunedu la que ha interpretado la ley a su antojo y con presiones políticas y mediáticas, ha cambiado en los hechos los plazos establecidos por la ley.
A estas alturas, en pleno proceso electoral, y observando las características que ha tomado el mismo, me tengo que reafirmar que obedecer a la Sunedu y no a la ley fue un error de nuestras autoridades y en especial de la Asamblea Estatutaria.
Una de las críticas a este vertiginoso proceso electoral es que no iba haber tiempo para difundir las propuestas de los candidatos ni la oportunidad de que debatan ente sí. Y esto se ha cumplido y no hay forma de resarcirlo. Las propuestas, en algunos casos, se nota que han sido trabajadas con antelación al proceso electoral, pero como no hay tiempo de explicarlas se ha recurrido al eslogan publicitario, y más grave, al ataque virulento contra el adversario, ya no para ganar votos, sino para restar los del competidor. Hasta se ha recurrido a matones regresándonos a épocas que suponíamos superadas.
El asunto del debate ha sido peor. Grupos estudiantiles poco representativos los convocan con una organización que tiene que ser el reflejo de los pocos recursos con los que cuentan, y que en realidad solo sirven para promocionar por las redes sociales un fragmento del debate o del griterío posterior. Resulta curioso que luego del primer debate, si se le puede llamar así, la noticia sea que un candidato no fue y que a otro lo sacaron de competencia gritándole su militancia a Patria Roja. Más curioso que el candidato niegue esa filiación política y quién se la achaque sea un conocido militante aprista. (Evito los nombres porque no me interesa criticar a los candidatos sino al proceso electoral desde ya fallido al que nos ha arrojado la Sunedu).
Para hoy se anuncia en un volante que muestra desconocimiento total sobre las elecciones, un nuevo debate, esta vez al aire libre. Se ha inventado una nueva modalidad de mitin.
Termino dando cuenta de algo que nadie parece haberse percatado. Los más interesados en apurar las elecciones fueron los grupos de opinión contrarios al que está actualmente en el poder: Proyecto Universitario Agustino; pero viendo los candidatos que se han presentado en facultades para decanos, queda claro que este grupo ya ganó las elecciones. Pues sus rivales no han logrado presentar listas en la mayoría de los casos, dando pie a que este colectivo de docentes haya hecho incluso elecciones primarias para elegir a los candidatos entre sus más de 600 agremiados.
Esto quiere decir, que gane quien gane el rectorado este miércoles, tendrá que gobernar con Proyecto Universitario Agustino, pues no puede ser casualidad que algunos de los principales candidatos de los grupos rivales sean profesores que siempre fueron parte de la agrupación mencionada.
*Publicado en el diario Noticias del 7 de diciembre de 2015, en mi columna de opinión denominada Letra Menuda.
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