17 mar 2006

El auge de los soportes digitales y virtuales


LAS IMPLICANCIAS PEDAGÓGICAS Y SOCIALES DEL AUGE DE LOS SOPORTES DIGITALES Y VIRTUALES *

Por José Luis Ramos Salinas
Docente del Departamento de Sociología
Universidad Nacional de San Agustín
ramosdesal@yahoo.com

RESUMEN
El paso de la sociedad y la educación basadas en el libro a la sociedad y educación basadas en los soportes digitales y virtuales; incidiendo en sus características tecnológicas y sus implicancias en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

INTRODUCCIÓN
El presente artículo pretende llamar la atención sobre procesos sociales (y pedagógicos) que estamos viviendo, pero en muchos casos de manera desapercibida; pese a que implican cambios, en algunos casos tan profundos, como los que sufrió el feudalismo para dar paso al capitalismo. Estamos asistiendo, casi sin darnos cuenta, al nacimiento de un nuevo tipo de sociedad que viene cargada de peligros gigantescos, pero también de posibilidades impresionantes. Aquí, contrariamente a nuestro talante habitual, hemos asumido una posición optimista, no porque lo seamos, sino porque los objetivos que nos planteamos al escribir este artículo nos lo exigían.
Así, hemos prestado especial consideración a la Internet y su servicio estrella: la Web; así como a las enormes ventajas que nos otorga la tecnología hipertextual como nueva forma no sólo de organizar la información, sino de consumirla y principalmente de producirla. Siempre intentando ligar todo esto a la educación y más específicamente al proceso de enseñanza aprendizaje.
Las nuevas tecnologías que aquí comentamos nos dan la posibilidad de formar a las nuevas juventudes más eficientemente en lo mismo, o por el contrario, y esa es mi apuesta, a formarlos y dejar que se formen en una cultura y en una ideología completamente diferentes a las hegemónicas. En dónde la libertad no sea la del consumo, sino la de la existencia propiamente y plenamente dicha. En ese sentido, tómese este artículo como un texto inacabado, inténtesele libremente completarlo, corregirlo, contradecirlo o negarlo. Me apunto con quienes quieren acabar con la privatización del conocimiento (el copy right) e instaurar su disfrute solidario (el copy left).

1. EL LIBRO
El proceso de enseñanza-aprendizaje se ha basado, entre otras cosas, desde hace varios siglos en el libro. Entendiéndose por tal a un conjunto de páginas impresas y empastadas que posee un único orden dado por la secuencia de sus renglones (leídos de izquierda a derecha), párrafos, páginas, capítulos, etc.
El libro resulta algo así como un depósito de conocimientos donde gente que domina algún tema ha escrito algo sobre él, para que los demás puedan leerlo y así se produzca el correspondiente “traslado” de los conocimientos.
La comunicación se da entonces en el esquema de la denominada comunicación masiva caracterizada por la presencia de un sólo (o unos pocos) emisor (es) y muchos perceptores y una nula o casi nula posibilidad de una comunicación bidireccional.
El libro es, a fin de cuentas, un texto con una sola opción de lectura escrito por alguien, denominado autor, y consumido por muchos lectores.
Somos consientes que estamos utilizando un esquema bastante rígido para el proceso de escritura y lectura, obviando que para cada lector habrán un conjunto de referencias distintas que lo remitan a experiencias u otras lecturas también diferentes, desatándose la intertextualidad y otros procesos creativos que hacen que el lector no sea un mero consumidor pasivo. Pero lo hacemos, con fines didácticos, para que sean más obvias las diferencias entre el libro y los soportes digitales y virtuales que intentamos explicar en este artículo.
La cultura moderna, e incluso la sociedad toda según Mc Luhan, se organiza en torno al libro, pese a que existen muchos otros productos culturales (la pintura, el teatro, el cine, la fotografía, la música, etc.), es innegable que aparece como más culto aquel que ha leído más libros. Se trata del reinado del texto, pues aunque cada vez sea más común que los libros contengan imágenes de diversa índole, un libro es siempre, sobre todo, un texto.

2. LO DIGITAL
El matemático Boole, basándose en la presunción que nuestro sistema numérico tiene diez dígitos por la simple y arbitraria razón de que tenemos diez dedos, explora distintas posibilidades con otros sistemas numéricos que no usen la base 10; pues es perfectamente posible un sistema numérico de 8 dígitos, 6, 4 o 2. Cuando elegimos, como lo hizo el matemático inglés, un sistema de base 2, estamos hablando de un sistema binario, de una matemática que únicamente utiliza los dígitos cero y uno.
La matemática booleana resulta fundamental cuando en los años 60 se inician las investigaciones para lo que en los años 70 serían las inmensas computadoras corporativas y lo que hoy en día son las potentes PC.
Una computadora no puede, a fin de cuentas, reconocer más que ausencias y presencias de pulsos eléctricos o de otro tipo, en intervalos de tiempo determinados, nanosegundos, por ejemplo. Así, una computadora sabe si en el primer nanosegundo marcado por su reloj interno hubo o no un pulso eléctrico, y también lo sabe para el segundo nanosegundo y para el tercero y así hasta el infinito.
Una vez logrado esto, sólo tiene que asignarse el valor de cero a la ausencia de pulso eléctrico o magnético o lumínico o lo que fuera, y uno a la presencia del pulso. En otras palabras la computadora ya puede reconocer los dígitos cero y uno; y Boole ya había demostrado que esos dígitos bastan para realizar todos los cálculos matemáticos que conocemos. La computadora está lista para ser un complejísimo y veloz procesador matemático.
Pero luego vendría la idea de los bytes y los bits y con ello la posibilidad de convertir en ceros y unos a las letras y por tanto a los textos. Es decir que cada letra tendrá un valor equivalente en ceros y unos y por tanto la computadora será capaz de reconocerlas. Así un libro que es en última instancia un conjunto de letras, quedará convertido en un conjunto más o menos largo de ceros y unos. Estamos ante un libro digital.
Este libro ya no es un conjunto de páginas impresas, sino meros ceros y unos que pueden estar grabados en el disco duro de alguna computadora, en un disquete o en un disco compacto (CD). Esto trae enormes ventajas con respecto al libro tradicional, pero también algunas desventajas por la necesidad de una computadora para realizar la lectura. Entre las ventajas está la reducción de los costos de reproducción a límites cercanos a cero, el ahorro de espacio físico, dado que un CD puede contener varios cientos o miles de libros; pero sobre todo las ventajas están por el lado de que los formatos digitales no sólo pueden contener textos (el denominado lenguaje multimedia) como veremos a continuación, y por la organización de los contenidos que va a revolucionar el proceso de escritura lectura y por tanto el de enseñanza aprendizaje, hablamos del hipertexto sobre el que abundaremos más adelante.
Pero los esfuerzos por digitalizar los productos culturales no se detuvieron en los textos, sino que los científicos pronto encontraron la manera de convertir las imágenes fijas en ceros y unos y después las imágenes en movimiento y los sonidos; permitiendo que en formato digital no sólo podamos tener libros, sino también pinturas, fotografías, películas, música; es decir, que hoy en día, prácticamente cualquier producto cultural puede ser transformarlo en ceros y unos, y por tanto puede estar contenido en discos duros o flexibles o en los ya populares discos compactos. A todos ellos se les conoce como soportes digitales, precisamente, por el hecho de que contienen únicamente ceros y unos.
Lo que estamos diciendo es que todos los productos culturales de la humanidad pueden ser transformados a lenguaje binario y por tanto ser grabados en soportes digitales, con las ventajas que ya hemos mencionado. Esto debe constituir, necesariamente, una revolución en el proceso de enseñanza aprendizaje.

3. LA REALIDAD VIRTUAL
Pero la tecnología no se ha detenido allí, sino que ha creado espacios tridimensionales que están constituidos, otra vez, por ceros y unos. A estos espacios se les llama “espacios virtuales” por los cuales podemos pasear tal y como si existiesen en la realidad (inmersión). Lo que estamos diciendo es que la arquitectura también ha sido digitalizada y en esos espacios virtuales puede suceder todo lo que queramos y con sensación real, ya que a las imágenes tridimensionales se suman sonidos de característica real y la posibilidad de interactuar con los objetos virtuales que encontremos en esos espacios virtuales.
Es decir, a través de la tecnología de “realidad virtual” podemos construir lugares imaginados o que en verdad existen, con características tales que podemos pasear por ellos tal como lo haríamos sin en verdad estuviéramos en los mismos, o incluso más porque podríamos hacer algunas cosas que en la vida real no nos estaría permitido, pasar nuestros dedos por los labios de la Mona Lisa, por ejemplo.
Lo que intento decir es que ya no es necesario viajar a Egipto para conocer las pirámides, ni ir a Paris para visitar el museo de Louvre, bastará con conectarnos a una computadora lo suficientemente potente y contar con el hardware mínimo que requiere la Realidad Virtual (HMD, dataglove).
Si pensábamos que la teletransportación y la máquina del tiempo eran pura ciencia ficción estábamos equivocados, con la realidad virtual podemos desplazarnos instantáneamente a cualquier lugar del mundo y a cualquier época, pasada o futura. Y todo esto, en base a ceros y unos.

4. LO VIRTUAL
Lo virtual es la representación de lo real, hace sus veces pero no es lo mismo, lo imita, lo representa. El ser humano desde su aparición sobre la faz de la Tierra siempre ha tendido a virtualizar su realidad circundante, producto de ello son las pinturas rupestres milenarias que encontramos en diferentes lugares del mundo.
En esas pinturas aparecen escenas de caza, pero no son la caza, es su virtualización; cazadores, pero no son cazadores, son su virtualización; y los animales que yacen muertos no son los animales, sino su virtualización. Se trata de un antiquísimo antecedente de la “realidad virtual”.
En la Edad Media es sabido que los reyes y su corte se hacían retratar con los pintores de moda, pero en esos cuadros no están ni el rey ni su corte, sólo su virtualización; pero a ellos eso no les importaba, estaban seguros que así trascenderían. Lo virtual, a diferencia de lo real, puede vencer a la muerte.
Con el invento de la fotografía, otra vez, quienes tenían los recursos económicos necesarios posaban largos minutos inmóviles para quedar retratados por esas antiguas máquinas que necesitaban mucho tiempo de exposición para fijar la imagen. Pero los sacrificios no importaban, la virtualización hacía que valgan la pena.
Pero va a ser a fines del siglo XIX cuando la virtualización va a dar el gran salto con la invención del cine. Una virtualización de una realidad cualquiera resulta mucho más impresionante si se mueve. El impacto es tal, que desde un inicio los espectadores empiezan a confundir lo real con lo virtual; así en una memorable función de los hermanos Lumiere, la audiencia saldría corriendo despavorida al ver que un tren virtual se les venía encima. Temieron que lo virtual podría matarlos realmente.
Este impacto no se ha detenido, por el contrario se ha acentuado, así es común que el público llore, ría, se asuste, se enternezca, se asquee, suspire o maldiga con lo que ve en la pantalla como si esto fuera real, a pesar de que es plenamente consciente de que es meramente virtual. Y aún más, no faltan quienes se enamoran de algún personaje como si el amor no distinguiera de realidades y virtualidades; y aún cuando el deseo amatorio surja por la o el artista y no por los personajes que representan, el asunto sigue siendo puramente virtual. Pues los amantes nunca han conocido ni conocerán, ni siquiera han visto ni verán al objeto de sus amores, sólo conocen y han visto su virtualización.
Con el invento de la televisión la virtualización se torna imperante. El televisor se instala en medio de nuestras casas y en medio de nuestras vidas, las que en gran medida giran alrededor de lo que el susodicho aparato transmite. Nuestra realidad cada vez cede más espacio a lo virtual al punto de casi instalarnos por completo en la virtualidad. Así empezamos a vivir la historia de las novelas como si fuera nuestra biografía, la experiencia vicaria que nos proporcionan los talk y reality shows se va convirtiendo en nuestro gesto más vital. Nada más arriesgado que practicar el paracaidismo desde nuestro sofá ubicado frente al televisor.
De pronto la realidad que nos rodea se va tornando puramente virtual, y como el proceso se da a espaldas de nuestros deseos conscientes no nos percatamos del fenómeno y vamos cada vez más confundiendo los ámbitos real y virtual. Así, cuando vemos al presidente en la pantalla del televisor, de verdad creemos que es él, pero no lo es, es su virtualización. Y cuando vemos noticieros creemos estar siendo testigos de los hechos, pero no son los hechos los que están ante nuestros ojos sino su mera virtualización.
Además, la virtualización no necesariamente se corresponde objetivamente con la realidad. Las posibilidades de manipulación en el mundo virtual casi son infinitas en el nivel tecnológico de la sociedad contemporánea, y de ello no somos plenamente conscientes.
Resumiendo esta parte, podríamos decir que la historia de la relación entre lo real y lo virtual ha sufrido un proceso notorio de cambio. En un principio lo virtual simplemente intentaba representar a lo real. Luego lo real para serlo tenía que haber sido virtualizado, es decir que la condición de real de las cosas no fue suficiente para dar cuenta de su realidad, paradójicamente, su realidad para ser plena necesitaba de su virtualización; es decir, salgo en la televisión, luego existo. Y hoy en día lo virtual incluso ha logrado desprenderse de lo real, ya no lo necesita de referente para dar signos de realidad, lo virtual se basta a sí mismo. Ya no es la imagen en el espejo de alguien que se mira en él, sino que ese alguien se construye en base a la imagen del espejo. Soy virtual, luego soy real aunque no exista. Se trata de la imagen del Gran Hermano de la novela “1984” de George Orwell, que sólo es vista en los afiches y en las pantallas, nadie sabe con certeza si existe realmente, pero eso no importa, su poder es incuestionable.
Con la invención de las computadoras el reino de lo virtual se fortalece aún más, dando lugar a la denominada sociedad virtual. Pero va a ser una innovación tecnológica ligada a la informática la que en verdad va a crear un mundo paralelo, un mundo virtual en donde las relaciones humanas se trastocarán y el espacio y el tiempo parecen desaparecer. Estamos hablando de Internet y el cibermundo que encarna, con sus cibernautas, ciberdelitos, ciberpolicías, cibersexo, ciberinfidelidades, ciber-romances, ciber etc. etc.
Internet es un conjunto bastante grande de computadoras conectadas entre sí y distribuidas a través del mundo con características muy peculiares y más o menos anárquicas en el sentido no tanto del desorden sino de la libertad. Y es en ese tejido físico donde se sobreponen una serie de servicios como el de la Web que es un tejido virtual, porque se tratan de millones de páginas electrónicas interconectadas entre sí, pero que a final de cuentas son ceros y unos grabados en los discos duros de las computadoras que forman parte de Internet, pero como no sabemos –y no importa saberlo- en qué computadora exactamente está grabada qué página, hablamos no ya de soportes digitales, sino de soportes virtuales. Y es en este inmenso soporte virtual donde la idea de infinito se hace aprehensible.

5. LA BIBLIOTECA INFINITA
Las bibliotecas históricamente han tenido diversas funciones, entre ellas las de atesorar el conocimiento humano y la de poner al alcance del público ese conocimiento. Tal vez nunca como hoy, esas dos funciones aparecen perfectamente integradas; o mejor, nunca como ahora la tecnología nos da la posibilidad de integrar productivamente esas dos funciones.
Internet, con sus múltiples servicios, es la tecnología que hace posible el sueño de la biblioteca infinita y la posibilidad real de pasear por sus pasadillos y husmear en sus anaqueles, y, por qué no, llevarnos algún tesoro a casa.
Es la World Wide Web, o simplemente Web, la biblioteca de Babel sobre la que escribió Borges. Y el correo electrónico, el chat multimedia, el vídeo bajo demanda, la transferencia de archivos, las listas de interés, los grupos de discusión y los cada vez más impresionantes servicios que ofrece Internet, la nueva relación entre el bibliotecario y el usuario, o mejor entre la biblioteca y el usuario.
Y es que por un momento parece como que ya no fuera necesario el bibliotecario en cuanto intermediario entre la biblioteca y el usuario, pues en cuanto a organizador de la información su papel, hoy más que nunca, sigue siendo fundamental. Pero ni su papel de intermediario debe desdeñarse ya que si bien la biblioteca está al alcance de la mano del usuario, esta está toda revuelta y es imprescindible, si se quiere eficacia y eficiencia, contar con personal calificado para navegar en el caos y alcanzar al usuario lo que anda buscando o cuanto menos instalar algunos faros de referencia en el cada vez más grande mar de la información.
Supongamos por un momento que todo el saber humano, o mejor, que todos los productos culturales estén colgados en la red; imaginémonoslo sin temor porque es tecnológicamente posible hacer esto hoy. Tendríamos una suerte de biblioteca infinita al alcance de un clic, pero no sólo eso, también una pinacoteca, una fonoteca, una videoteca, hemeroteca, etc. La visión es maravillosa en el sentido exacto de la palabra.
Pero no sólo eso, esta biblioteca carece de espacio y de tiempo. La información que contiene puede estar en cualquier parte y eso a fin de cuentas no interesa, lo importante es que está a nuestro alcance, las barreras del espacio han caído derrotadas. Y con el tiempo sucede lo mismo, puesto que inmensas cantidades de información pueden ser obtenidas en tan sólo unos segundos, acceso en tiempo real que le dicen.
Resulta entonces, que todos los productos culturales creados a lo largo de la historia pueden estar a nuestro alcance sin tener que esperar ni desplazarnos, sino hasta donde exista una computadora conectada a Internet.
Podríamos entonces suponer que la Web es una especie de edificio inmenso que contienen todos los productos culturales y cuenta con elevadores ultra rápidos que nos permiten movernos a gran velocidad para revisar la información que nos interesa. Pero ni esta metáfora resultaría suficiente, porque no podríamos llevarnos a casa cuanto quisiéramos; tendríamos que colocar en cada uno de los pasillos una o más fotocopiadoras, reproductoras de vídeo, grabadoras, etc. que nos permitan obtener las copias deseadas.
Pero, ni aún así, y es que la nueva biblioteca infinita, y esa es su característica más importante, no condena al usuario al papel de lector, sino que le da la posibilidad de convertirse en autor o en mero comentarista de lo que lee, esto gracias a la facilidad de colgar nuevas páginas electrónicas, pero sobre todo gracias a la tecnología hipertextual.
El hipertexto, no obstante, tendrá otro papel fundamental en la biblioteca infinita y es la de establecer relaciones infinitas entre los infinitos productos culturales existentes en ella. Así uno podrá empezar leyendo La Divina Comedia de Dante y terminar escuchando a Paganini o algún tema de Marilyn Manson, no sin antes revisar la obra de van Gogh. O empezar por la Divina Comedia, pasar a “Lo que el viento se llevó” y terminar escuchando alguna ópera de corte amoroso; porque la obra de Dante habla del infierno, pero también del amor. Lo que trato de decir es que el hipertexto da la posibilidad de innumerables conexiones que no necesariamente exigen concluir lo que se lee, escucha o se ve, es lo que se ha llamado la crisis de la linealidad.
Atención, estamos describiendo una biblioteca infinita que está formada por infinidad de productos culturales, pero que al mismo tiempo forma un solo producto cultural que los integra a todos. Sé es uno y muchos al mismo tiempo, la idea parece religiosa, pero es tecnológica.
En ese único producto cultural integral es en el que viaja el usuario con infinitas posibilidades de ruta, cada una de ellas es, a fin de cuentas, también otro producto cultural.
Infinitos productos culturales que son uno al mismo tiempo que se deja pasear de diferentes modos, constituyendo cada uno un nuevo producto cultural. Esta es la sagrada trinidad de la biblioteca infinita.

6. LA ORGANIZACIÓN INTERNA: EL HIPERTEXTO
Estamos en una época a la que algunos han llamado "era de la información" por el papel fundamental que ésta, entendida como conocimiento, juega en la economía mundial. En el ámbito académico el espectacular desarrollo tecnológico que la acompaña suele marearnos y creemos estar ya a la par cuando tenemos acceso a sus productos: la computadora personal, Internet, etc.; pero cuidado, esto no basta; pues como bien dice Roberto Aparici: "Para la sociedad informatizada, las nuevas tecnologías de la información constituyen uno de sus elementos claves y su incorporación en contextos educativos en función del modelo económico actual, suele implicar un uso mecánico y eficientista. Este modelo casi uniforme y extendido a escala mundial no sólo es fomentado por las empresas sino también por los propios administradores educativos que, la mayoría de las veces, no tienen las competencias mínimas en este campo, pero son los responsables de la toma de decisiones en un ministerio o en una universidad" (APARICI).
No basta entonces con que una universidad o un colegio posea cientos de computadoras, ni que estas estén conectadas a Internet, sino que lo que nos coloca a la altura o no de la sociedad de la información es la manera como utilizamos estas tecnologías.
Hay limitaciones económicas, sin duda, pero también hay limitaciones de imaginación e iniciativa, las que precisamente por nuestras carencias presupuestales, resultan imperdonables.
Reducir el uso de Internet a la búsqueda de información sobre un determinado tema es no sólo desperdiciar las potencialidades tecnológicas que tanto nos ha costado tener, sino también -y es lo más grave- repetir errores pasados con tecnologías modernas (la búsqueda en Internet puede reducirse a "marcar todo", "copiar", "imprimir"). De nada sirve reemplazar la tiza de yeso por el computador si los esquemas de enseñanza-aprendizaje siguen siendo los mismos. Toda nueva tecnología de comunicación exige un nuevo lenguaje, toda nueva tecnología educativa reclama nuevos métodos de formación académica.
Con este artículo, precisamente, lo que pretendemos es sugerir el uso del hipertexto y su soporte tecnológico como una nueva propuesta de enseñanza – aprendizaje, sobre todo para las ciencias sociales.
Uno de los “problemas” fundamentales de las ciencias sociales es su carácter multiparadigmático, es decir la coexistencia de varias teorías para explicar de manera diferente los mismos fenómenos, con el agravante de que algunas teorías presumen de tener carácter científico y que todas niegan, por lo menos en parte, la validez de sus adversarias.
El proceso de enseñanza de las ciencias sociales en estas condiciones fácilmente puede derivar en sectario, cuando el profesor presenta el paradigma que profesa como verdad o como postura única y la labor de los alumnos queda reducida al aprendizaje de la estructura teórica de dicho paradigma y en el mejor de los casos a su aplicación para casos concretos.
Pero aún cuando el docente se preocupe por presentar diferentes paradigmas, el aprendizaje seguirá siendo pasivo o aplicativo, y no crítico, ni creativo, si es que no se promueven los debates y el ejercicio de opinar y argumentar. Y aquí chocamos con las barreras que nos ponen clases masificadas y un número limitado de horas para cada asignatura. La tecnología del hipertexto puede acudir en nuestra ayuda.
Cuando Borges describe el Aleph lo hace de forma sucesiva, pese a que el Aleph es todo lo contrario, y lo hace "porque el lenguaje lo es" (sucesivo).
El autor de Ficciones, reclamaba de esta forma, acaso de manera inconsciente, el nacimiento de una nueva tecnología que permitiera un lenguaje no secuencializado, un lenguaje que pretenda no ser lineal y que aspire a contenerlo todo como el Aleph, el hipertexto.
Para describir el origen del hipertexto y sus características fundamentales, seguiremos a Roque Molluso (MOLLUSO).
Este autor cita a Vannevar Bush ("El conjunto de la experiencia humana está creciendo a un ritmo prodigioso, pero los medios que empleamos para desplazarnos por este laberinto...son los mismos que utilizábamos en los tiempos de las carabelas") para explicar las razones que movieron al invento del Memex, el antecedente tecnológico del hipertexto. El Memex bushano consistía en un dispositivo en el que se guardaban libros, archivos y comunicaciones, y que podían ser consultados con gran rapidez y flexibilidad. Se trataba de un sistema de búsqueda rápida de archivos microfilmados que podían ser observados a través de una pantalla transparente; pero que además, y es lo más trascendente, permitía agregar notas, comentarios, etc. Estamos a mitades del siglo XX.
Molluso sigue: "Mediante este inicial antecedente del hipertexto se comenzaba a abrir la posibilidad de una relación asociativa entre artículos con lo que se iba conformando un recorrido no lineal ni único, sino que dependía de los intereses del proto-navegante, conformando trayectos mas acordes con el funcionamiento asociativo de la mente humana". Esto "lleva a plantear la necesidad de crear un texto virtual en el cual se permita una mayor interacción que trascienda los límites físicos del libro" El Memex, de hecho, ya permitía saltar automáticamente de un artículo a otro, según el interés del lector, esta capacidad es lo que se va a llamar link o nexo en los actuales sistemas hipertextuales.
En 1989 el Laboratorio Europeo para la Física de Partículas, el CERN, inició el trabajo de lo que en 1992 se convertiría en la World Wide Web, la red de páginas electrónicas en las que el hipertexto tendrá el papel estrella. Pero su definición es más antigua, en la década del ´60 Theodor Nelson precisa: "Con hipertexto, me refiero a una escritura no secuencial, a un texto que bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques de texto conectados entre sí por nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario". Cuando lo que se conecta no es sólo texto, sino sonido, imágenes fijas, imágenes en movimiento, animaciones, paseos virtuales, etc. estamos hablando de hipermedia, aunque es bueno precisar que en el lenguaje común y aún en el académico la tendencia es a que el término hipertexto englobe al de hipermedia, cuando en estrictu sensu es exactamente lo contrario.
Robert Horn propone otra definición más técnica para el hipertexto: "La existencia de una liga o lugar en cualquier parte de un texto almacenado en la computadora que vincule dicho documento con otro lugar en el mismo o diferente texto, el acceso será rápido y facilitado por botones o cualquier otra herramienta para una navegación no-lineal" (AGUILAR y CUENCA).
Esta definición establece que el hipertexto incluye no sólo su estructura, sino también su soporte informático, aunque esto no quita que puedan encontrarse otros soportes en los que puedan aparecer algunas de las características estructurales del hipertexto, incluso libros escritos para una lectura no secuencial como el conocido ejemplo de Rayuela de Cortázar.
Al mismo tiempo, es necesario precisar que un emparejamiento mecánico de la WWW con el hipertexto es erróneo, pues aunque en ésta existan abundantes ligas, vínculos o links, son necesarias otras características más complejas y profundas para que podamos hablar de un hipertexto propiamente dicho, como veremos en los párrafos que siguen.
Manuel Francisco Aguilar Tamayo e Iliana Cuenca Almazán nos hablan de los tres elementos del hipertexto: "los nodos o lexias, los vínculos o ligas y el interfaz de navegación. Los nodos o lexias, son ´núcleos de contenido´ o unidades de información que podrán contener información a manera de texto, información gráfica o sonora... Por tanto, un nodo o lexia será una ´unidad´ en cuanto contenga significados suficientes para dar un sentido y que sea coherente por si misma, es decir sea una unidad de significado.
Por ello, una lexia podría tener la forma de un enunciado, un párrafo o un conjunto de párrafos cuya significatividad no requiera de ninguna otra lexia. Con respecto a los vínculos o ligas, estos son las relaciones que se establecen entre los nodos o lexias y que pueden ser establecidas en distintos momentos y bajo distintas perspectivas. Es posible que los vínculos sean marcados por el autor del hipertexto, o bien por el lector del mismo, ambos por un criterio semántico o asociativo o como parte de una estrategia de lectura. Ya que... el hipertexto tiene una existencia informática, es decir, debe ser soportado por la computadora, la visualización, selección y acceso a las lexias requieren de vínculos que necesitan de una activación por parte del lector, de ahí la necesidad de un interfaz... cuya activación se realiza mediante la selección y acción del mouse o de alguna tecla o botón. El aspecto visual del interfaz facilita comprender o representar la estructura o contenidos del hipertexto ayudando al lector/usuario a tener el acceso a la información y la recuperación de esta". (AGUILAR y CUENCA).
La World Wide Web es el lugar donde se halla por excelencia el hipertexto; se trata de millones de links, vínculos o nexos que nos permiten saltar de un lugar a otro, de una información a otra. Semejante cantidad de posibilidades hace que la Web se publicite como interactiva, es decir como un espacio en que el usuario o usuaria no es mero receptor o receptora, sino que tiene un papel activo. Sin embargo, esto no es tan cierto cuando los múltiples caminos han sido trazados de antemano y nuestra libertad se restringe a la elección de los caminos prefijados, es decir se trata de una libertad de consumo, pero no de producción.
La WWW posee en comparación a sus espacios cerrados muy pocas páginas en las que el usuario o usuaria tiene la posibilidad real de producir mensajes con contenido cognoscitivo o ideológico. Se trata entonces de un hipertexto cuya mayor riqueza es la gran cantidad de ramificaciones que nos ofrece, y su peor miseria la poca o nula capacidad de participar en la creación de nuevas ramificaciones.
Esta no es una limitación tecnológica, pues es perfectamente factible abrir los hipertextos a nuevos planteamientos, se trata más bien de un limitante político-comunicacional que es resultado del nuevo orden mundial en que bajo la apariencia del libre acceso a la información, subyacen sistemas profundamente asimétricos en las etapas de producción, circulación y consumo de esa información.
Pero ese no es el tema de este artículo, sin embargo era necesario referirlo para escapar del círculo de quienes embobados por los avances tecnológicos pierden de vista las connotaciones políticas, culturales e ideológicas que sustentan su uso en la sociedad contemporánea.
La defensa que hacemos aquí del hipertexto es en cuanto a las posibilidades que nos da su preformance tecnológica y no en cuanto al modelo de su uso que se ha impuesto en la denominada sociedad de la información.
De otro lado, es necesario anotar que si bien el hipertexto tiene su hábitat natural en la Web, es posible construirlo prescindiendo de ella a través de las últimas versiones de los procesadores de textos, lo que redunda en un menor requerimiento económico y tecnológico, pero que al mismo tiempo no nos encierra, como pudiera parecer, en un círculo pequeño de hiperlectores e hiperescritores, pues es posible en cualquier etapa del desarrollo del hipertexto colgarlo en la telaraña mundial de la información.
Pero en la actualidad también existe software que se adecua bastante bien a las estrategias de enseñanza en base al hipertexto, tal es el caso del Atlas TI, el que gracias a sus características "amigables" permite a los profesores y estudiantes concentrarse en las actividades de aprendizaje, obviando los aspectos netamente tecnológicos o computacionales; lo que no ocurre por ejemplo cuando se intenta construir hipertextos mediante la elaboración de páginas web o de un producto multimedia.
"El Atlas TI, es una herramienta que permite desarrollar, alrededor de documentos (en varios formatos como: fotografía, gráficos, imágenes, video, audio o texto), una estructura interrelacionada de notas y reflexiones sobre el análisis de los documentos seleccionados. Atlas TI permite utilizar las interrelaciones entre notas, reflexiones y los documentos para crear ligas o vínculos entre ellas, es decir, ayuda a elaborar nodos y a vincularlos, construyendo progresivamente una estructura hipertextual" (AGUILAR y CUENCA).
La forma lineal que tenemos de escribir y leer nos viene de siglos y según algunos investigadores tiene su nacimiento primigenio en la forma en que están estructuradas nuestras neuronas. De hecho, mucho de lo que hacemos lo hacemos linealmente y hasta se recomienda en la sabiduría popular "no hacer más de una cosa a la vez". Se trata de la cultura del libro, en la que el orden es secuencialidad.
Sin embargo, desde hace algunos años, otras voces sostienen exactamente lo contrario y atribuyen nuestro ordenamiento neuronal, precisamente, a la práctica extendida mundialmente de la escritura y la lectura lineal; y aún van más lejos y sostienen que esta forma de estructuración de nuestras neuronas no es la más "natural", sino que es más bien "forzada".
Y ¿cuál es entonces la forma "natural" que tienen nuestras neuronas de conectarse? La de redes, ramificaciones que derivan en ramificaciones, dando posibilidades a procesos mucho más complejos que los que permite una organización lineal. Se trata de la suposición de que la mente funciona por asociación de ideas en base a intrincadas tramas formadas por las células del cerebro. De allí la facilidad con la que los internautas aprendices navegan por la Web sin haber recibido mayor entrenamiento para semejante empresa.
También aquí tiene cabida el tema de la lateralidad cerebral, pues el hipertexto se relaciona básicamente con el hemisferio derecho del cerebro, ese que prácticamente ha sido ignorado por la cultura occidental, sobre todo por sus instituciones académicas, es decir por las universidades y los colegios en los que nos formamos y en los que formamos.
Según Bernardo Ceprián Nieto si se incluyera las capacidades del hemisferio derecho del cerebro en el proceso de enseñanza-aprendizaje académico, las implicaciones didácticas pueden llegar a ser impresionantes, "Pues bien, se sabe que este arrinconado, olvidado y marginado hemisferio... es un hemisferio esencialmente analógico, es decir, establece relaciones entre los hechos concretos como estructuras globales a partir de la semejanza, no respondiendo al modelo causal y analítico característico del hemisferio izquierdo... Se trata, por tanto, de un hemisferio intuitivo, altamente emotivo... El hemisferio derecho es asimismo predominantemente holístico, multidimensional y cualitativo; nada cuantificador, por tanto; y procesa la información como un impacto vivo que metaboliza e integra al instante en una totalidad, como si tal impacto surgiera de dentro, ajeno luego a los referentes externos de donde han provenido dichos impactos. Por eso, para este hemisferio es real todo lo que siente como tal, no distinguiendo entre el yo y los otros o entre un dentro y un afuera. Por lo mismo, su verdad es siempre una verdad sentida, altamente emotiva, poco que ver con la verdad supuestamente objetiva o la verdad expresada y elaborada culturalmente por el hemisferio izquierdo... Una característica llamativa de los procesos perceptivos del hemisferio derecho es su desconocimiento del espacio y del tiempo. Aunque lo que percibe este hemisferio transcurre siempre en un escenario determinado, la línea argumental de lo percibido, como ocurre en los sueños, no sigue nunca un orden lógico y temporal... Si efectuáramos un contraste entre esta manera específica de procesar la información del hemisferio derecho y el lenguaje utilizado por la publicidad, el cine, y, en general, por todos los medios audiovisuales, se entendería mejor la fuerte capacidad de seducción de dichos lenguajes, su capacidad hipnótica, el embelesamiento, la obnubilación y la gran capacidad de identificación que provocan, así como el alto despliegue de emotividad y creatividad simbólica que con frecuencia derrochan... La cultura occidental basada hasta ahora en el desarrollo y predominio abusivo - casi paroxístico - del hemisferio izquierdo, no sólo ha ignorado olímpicamente esta manera de percibir, sino que ha provocado una escisión que ha derivado en un exceso de abstracción, conceptualización y análisis a expensas precisamente de la emotividad, la creatividad, la analogía, las verdades sentidas y el simbolismo... Una didáctica de la lengua y la literatura, por ejemplo, que ignore los procesos perceptivos del hemisferio derecho, en mi opinión, habitará permanentemente en la inopia. Si la palabra no consigue alucinar - impactar -, si no recupera su capacidad de embrujo desde una estética distinta de la retórica convencional dominante en la mayoría de las instituciones educativas actuales, no resultará extraño que la comunicación verbal tienda a retraerse y busque cobijo en expresiones telegráficas..." (CEPRIAN)
Sin embargo, y como se deduce del párrafo anterior, no se trata ahora de olvidarnos del hemisferio izquierdo. "El riesgo al que asistimos en la actualidad, sin embargo, puede radicar precisamente en bascular en exceso hacia el hemisferio derecho, lo que filogenéticamente constituiría una involución, sacralizando de forma confusa la no linealidad, la hipertextualidad espectacular, vertiginosa y totalmente aleatoria, relegando la capacidad de discernimiento crítico del hemisferio izquierdo. Tal protagonismo descompensado del hemisferio derecho -potenciado ahora por la revolución tecnológica que estamos viviendo- nos podría retrotraer como especie a una fase... infantiloide observable sintomáticamente en determinados lectores hipertextuales tipo zombi... de tal suerte que se cortocircuitarían los procesos de maduración de aprendizajes basados en las conquistas culturales definitivas del hemisferio izquierdo (conceptualización, abstracción, interpretación, análisis, ...)... Sería indispensable, desde luego, una educación rigurosa en la sincronización hemisférica, toda vez que la ciencia desde muchas vertientes confirma permanentemente nuestra enigmática lateralización cerebral" (CEPRIAN).
Es cierto, que algunas de las cosas que aquí se han dicho pueden ser calificadas de mera especulación científica, pues los estudios del funcionamiento del cerebro humano aún son incipientes pese a los avances logrados en los últimos años. Pero eso no invalida que merezcan tenerse en cuenta y bastan para promover, por lo menos como alternativa complementaria, el uso del hipertexto como herramienta pedagógica.
Roque Molluso ha recolectado las posiciones de grandes pensadores sobre una nueva forma de leer y de escribir que bien podrían encarnarse en el hipertexto. Barthés dice: "En este texto ideal, abundan las redes que actúan entre sí sin que ninguna pueda imponerse a las demás; este texto es una galaxia de significantes y no una estructura de significados; no tiene principio, pero sí diversas vías de acceso, sin que ninguna de ellas pueda calificarse de principal; los códigos que moviliza se extienden hasta donde alcance la vista; son interminables...; los sistemas de significados pueden imponerse a este texto absolutamente plural, pero su número nunca está limitado, ya que está basado en la infinidad del lenguaje". Baudrillard apunta: "El texto electrónico es el primer texto en que el elemento de significado, la estructura y el aspecto visual son básicamente inestables. A diferencia de la imprenta, o de los manuscritos medievales, la informática no impone que ningún aspecto de lo escrito quede determinado para toda la vida del texto. (...) Toda la información, todos los datos del mundo informático son una especie de movimiento controlado, por lo cual la predisposición natural de la escritura electrónica es hacia el cambio". Y Foucault añade: "...las fronteras de un libro nunca están claramente definidas... atrapado en un sistema de referencias a otros libros, otros textos, otras frases: es un nodo dentro de una red... (...) ...una red de referencias". (MOLLUSO) Tanto el texto ideal de Barthes como la red de referencias de Foucault en el momento en que fueron planteadas sólo existían en el cerebro, en la actualidad siguen sin ser palpables, pero son ya virtualmente existentes en las estructuras hipertextuales.
El hipertexto da origen a la hiperpoesía, a la hipernarrativa, y la hipermedia a la hipermúsica, al hipercine; estamos hablando, téngase en cuenta de la renovación del arte como lo conocemos, del nacimiento de una nueva cultura. Nuestro cerebro siempre ha sido hiper, puesto que ofrecía para cada percepción infinitos enlaces posibles, hoy los objetos percibidos pueden también ser hiper en sí, sin tener que pasar por nuestro cerebro.
El proceso de enseñanza a fin de cuentas puede reducirse a un discurso, y por tanto el aprendizaje dependerá en gran medida de las características de éste. Creemos que en Latinoamérica predomina el discurso educativo que surgió junto con la modernidad y sus paradigmas, tema que no desarrollaremos aquí, sino sólo en cuanto a los objetivos de nuestra exposición: proponer al hipertexto como un nuevo "discurso" de enseñanza más acorde con el tipo de aprendizaje que los paradigmas posmodernos exigen.
La modernidad en esencia es lineal, desde la percepción que tiene del tiempo hasta las fajas de producción, pasando por su propuesta de desarrollo y su ordenamiento de la historia. La educación moderna no escapa a esta fórmula que queda perfectamente explícita en la denominada clase magistral.
La clase magistral tiene un perfecto orden y sólo en ocasiones es interrumpida por preguntas que constituyen, en última instancia, tan sólo obstáculos a salvar a fin de mantener la secuencia lineal, entendida como rigurosidad científica y claridad de exposición.
La forma de la clase magistral está conectada, sin duda, a la habitual manera que tenemos de organizar nuestros discursos escritos, tanto en su producción misma (el acto de escribir) como en su consumo (el acto de leer).
En el texto se recrea el paradigma de la educación tradicional según el cual el profesor es el que sabe y los alumnos los que ignoran, convirtiéndose el proceso de enseñanza-aprendizaje en un proceso de traslado de conocimientos del profesor a los alumnos. Lo mismo sucede con el texto, decíamos, el autor es el que sabe y los lectores los que ignoran, la lectura es así el mecanismo a través del cual los conocimientos del autor se trasladan a los lectores.
Con el hipertexto la cosa es diferente, el (hiper) lector es al mismo tiempo, o por lo menos puede serlo, autor; y entonces la lectura se convierte en una confrontación de ideas que puede manifestarse en una adhesión o en un disentimiento, pero lo más importante aquí es que esa adhesión o disentimiento se hipertextualiza, de tal manera que será materia de lectura para nuevos lectores que enfrentarán al hipertexto ya modificado con las mismas prerrogativas que el lector primigenio, y así hasta el infinito.
El hipertexto, fomenta el debate, mientras el texto es más proclive a la aceptación, al sometimiento. La Biblia sólo pudo ser escrita en texto, este es la forma natural de los dogmas. Y en ciencias sociales, ¿a cuántos libros, a cuántos textos hemos convertido en biblias? Una actitud librepensante reclama el hipertexto como herramienta de exposición de ideas, cuánto más si se trata de formar a los jóvenes. (Hacemos la salvedad que tanto la Biblia cristiana como las otras "biblias" suelen ser utilizadas "hipertextualmente" en el sentido de acceder a la información que contienen no en forma lineal, sino acudiendo indistintamente a capítulos o estructuras textuales más pequeñas, pero en ambos casos lo leído tiene las condiciones de inmutable e incuestionable, lo que contradice la esencia misma de lo que aquí llamamos hipertexto).
"Sin embargo, en lo que respecta para fines educativos, el que un software cumpla con un "funcionamiento" hipertextual no basta para provocar ciertos aprendizajes sobre todo aquellos aprendizajes deseables curricularmente... Por ello el implemento del hipertexto como estrategia de enseñanza y aprendizaje requiere de tomar a consideración otros elementos más que la simple elaboración de documentos hipertextuales.... Los usos del hipertexto en la educación son variados y dependerán de la perspectiva que se asuma acerca de aquello que es: el aprendizaje, la enseñanza, la evaluación de lo aprendido, los tipos de contenidos o conocimientos que se pretenden enseñar y aprender y, la aplicación o uso que se supongan para tales conocimientos y aprendizajes" (AGUILAR y CUENCA).
En ese sentido, Aguilar y Cuenca proponen el enfoque de Jonassen, Peck y Wilson para el uso de la tecnología con fines pedagógicos, el cual "rechaza de entrada una concepción de la tecnología como medios para la "entrega" de información y se preocupa por un uso de la tecnología como facilitadoras y provocadoras de los aprendizajes que permitan la construcción de conocimiento por parte de los aprendices" (AGUILAR y CUENCA). Estamos en los terrenos del constructivismo.
El hipertexto reniega de la linealidad y de la unidad como valores, por tanto concuerda con los paradigmas de la posmodernidad, y permite, además, el desarrollo de la creatividad, el trabajo en equipo y que el alumno juegue un papel más protagónico en el proceso de la enseñanza-aprendizaje.
Nos parece que al menos en ciencias sociales -en otras latitudes ya hay experiencias considerables en la enseñanza de la literatura- el hipertexto puede trabajar muy bien, pues en tiempos de incertidumbre los discursos acabados suenan a fundamentalismo y a imposición; y el hipertexto es un discurso en esencia inacabado, abierto incluso a contradicciones y hasta negaciones del discurso "madre". Nada más acorde para esta época en que las verdades sólo lo son hasta que se demuestra lo contrario.
En esta perspectiva, cada capítulo de una asignatura podría estructurarse en un hipertexto construido tanto por el docente como por los alumnos, y al mismo tiempo se ligaría con los hipertextos de los otros capítulos, convirtiéndose la asignatura toda en un gran hipertexto siempre vivo y siempre sujeto a revisión por las promociones futuras de estudiantes y profesores. Pero si nos ponemos este límite, estaríamos en contra de la misma esencia del hipertexto que es su desconocimiento de límites temáticos; y aquí surge el temor del extravío en una maraña de conocimientos que recorre todas las ramas del saber humano y el consecuente fracaso en el encausamiento de los alumnos por parte del docente en unos objetivos bien definidos y explicitados en el sílabo.
Tecnológicamente es posible poner los límites de los que renegamos y terminar con el miedo al extravío, pero acaso ese miedo sea cultural y el extravío relativo, y entonces estamos frente a un reto mayor que consistiría en revolucionar la cultura de nuestras instituciones académicas de tal forma que extravío signifique no salirse del cauce.
Como bien dice Bernardo Ceprián Nieto "al no existir una ruta correcta y única condicionada por necesidades curriculares como ocurre actualmente en cualquier centro de enseñanza, los conceptos de asignatura, de especialidad, de selección y distribución de contenidos por cursos, niveles, años escolares, etc. acusarían una profunda conmoción".
De hecho, hasta lo que actualmente se considera valioso en el acto del conocimiento, según este autor, sufriría un vuelco: "El conocimiento adquirido por el usuario con una sola entrada en la red sería en sí mismo la experiencia de haber navegado por la red, del mismo modo que conocemos las calles de una ciudad, es decir, el viaje sería más valioso que el destino y las relaciones entre los datos más valiosas que éstos". Y hasta la misma inteligencia sería replanteada: "La inteligencia... no radicaría sólo en la capacidad para procesar, integrar, almacenar y memorizar información, sino en la imaginación con que cada persona construiría su propio viaje".
No estamos entonces, frente a poca cosa, el reto es inmenso, pero según nuestro autor podemos ser optimistas si tomamos una "... clara conciencia de lo que ya ha comenzado a gestarse, valorándolo y analizándolo como se merece, no... dando la espalda a los nuevos síntomas evidentes o, lo que es peor, desde la ignorancia, aceptando de una vez por todas que nos encontramos ante algo radicalmente nuevo y de consecuencias imprevisibles tanto socioculturales como cognitivas". Además debemos "Continuar profundizando en los conocimientos secuenciados y lineales que hasta ahora habían sido y continúan siendo su fuerte (de las instituciones educativas), pero desde una lógica más borrosa, con perspectivas más flexibles, dando entrada en las aulas al pensamiento imaginativo para establecer sincronías y diacronías, recomponer déficits, promover sinergias críticas e interrelaciones significativas... Pero sobre todo, las instituciones educativas habrán de replantearse desde unas premisas distintas la epistemología y la metodología para acceder al saber en las aulas presenciales, insuflando derivaciones sociales distintas para el conocimiento académico, promoviendo esta nueva conciencia ecológica global que parece despuntar lentamente y subrayando a la vez una sutil y profunda solidaridad entre todo lo existente que habrá que reformular de nuevo" (CEPRIAN).
En este artículo no estamos pidiendo tanto, pero por algo hay que comenzar, "caminante no hay camino, se hace camino al andar", escribió Machado, y el verso calza perfectamente en el hipertexto como en la actitud que debemos tomar frente a semejante reto.
La tecnología por fin nos ha dado una herramienta para el pensamiento posmoderno -fragmentado, imaginativo le dicen otros- y no podemos desaprovecharla.
El soporte tecnológico que demanda no es muy costoso y la mayoría de nuestras instituciones educativas ya cuentan con él en medida suficiente para iniciar un proyecto piloto al menos.
Aguilar y Cuenca justifican la necesidad de integrar tecnologías como la del hipertexto en la educación superior por el hecho de que "las nuevas tendencias en la forma de trabajo, investigación y representación del conocimiento implican cada vez más el uso de las nuevas tecnologías, el uso de estas va más allá de una pericia técnica, implican el conocimiento de nuevas formas de relación del investigador con su objeto de estudio, nuevas formas de colaboración para la construcción de conocimiento, nuevas formas de comunicar el conocimiento e incluso de validarlo, y por supuesto nuevas formas de aprender y explicar lo que se aprende" (AGUILAR y CUENCA).
Además y reiterando, el lector del hipertexto a diferencia del lector del texto, puede ser al mismo tiempo autor, esto es, puede ampliar el hipertexto original para aclararlo, para adecuarlo a sus intereses, para corregirlo, o para negarlo y eso es, a fin de cuentas, poder.
Una juventud educada bajo estos esquemas que proponemos será fructífera intelectualmente, pero acaso lo más importante sea que, como dice Roque Molluso, así se estaría dando paso a la creación de una nueva subjetividad, en mi opinión mucho menos propensa a aceptar las jerarquías rígidas y menos dispuesta a que el partido se juegue teniéndola de mera espectadora. Acabamos de definir, sin proponérnoslo, la participación ciudadana.
Sostenemos que, el hecho de que un sector apreciable de la población latinoamericana siga teniendo el problema del analfabetismo absoluto y funcional no constituye excusa para no afrontar el problema del "hiperanalfabetismo" (ausencia de la capacidad de escribir y leer hipertextos), por el contrario, este problema se nos presenta como una gran responsabilidad y como una gran oportunidad al mismo tiempo, pues por un lado los llamados infopobres son cada vez más manipulables, y por otro podemos destacarnos académicamente ya que son muy pocos los centros de estudio que actualmente le dan la importancia que se merece al hipertexto como herramienta pedagógica. Hasta nosotros - y pedimos disculpas por la paradoja- queremos explicar las ventajas del hipertexto a través de este texto tradicional.

BIBLIOGRAFÍA
AGUILAR TAMAYO, MANUEL y CUENCA ALMAZÁN, ILIANA: Hipertexto y Aprendizaje en la Educación Superior, http://laguna.fmedic.unam.mx/mensajebioquimico/Mensaje_Bioquimico_Cuenca
APARICI, ROBERTO: Mitos de la Educación a Distancia y de las Nuevas Tecnologías, www.uned.es/intedu/espanol/temas-de-debate/mitos/index.htm
CASAS, IGNACIO y OTROS: Internet para Todos, Santiago de Chile, Ed. Pontificia Universidad Católica de Chile, s/f.
CEPRIAN NIETO, BERNARDO: Sobre el Concepto Hipertexto, www.fortunecity.com/campus/mcat/178/p2.html
CEPRIAN NIETO, BERNARDO: Ideologías e Internet, www.fortunecity.com/campus/mcat/178/p2.html
CEPRIAN NIETO, BERNARDO: ¿Estamos Informados Globalmente?
www.fortunecity.com/campus/mcat/178/p2.html
CEPRIAN NIETO, BERNARDO: Hipertexto, Nanotecnología y Educación: sobre redes, nudos y bucles, www.fortunecity.com/campus/mcat/178/p2.html
I PUIG, CARLES TOMAS: Del Hipertexto al Hipermedia: Una aproximación al desarrollo de las obras abiertas, www.iua.upf.es/formats/formats2/tom_e.htm
MOLLUSO, ROQUE: Hipertexto y Democracia, www.hipersociologia.org.ar/papers/mollusosp.html
RUEDA ORTIZ, ROCÍO: Hipertexto, ambientes de aprendizaje y formación, www.ciberespiral.org/bits/hiperte.htm
RUEDA ORTIZ, ROCÍO: Hipertexto: representación y aprendizaje, www.ciberespiral.org.bits/hipertex.htm

* Publicado en "Tic´s en Educación", Universidad Nacional de San Agustín, 2005, Arequipa, Perú.

Poesía e Identidad

POESÍA E IDENTIDAD*

Por José Luis Ramos Salinas

Dime quién eres y te diré con quién andas

INTRODUCCIÓN

No voy a tratar en esta ponencia acerca de la identidad de la poesía arequipeña, o de lo arequipeño en la poesía que se escribe por aquí. Tampoco voy a poner mis esfuerzos en la búsqueda de lo peruano –más si yo no creo que el Perú exista, salvo como realidad geográfica, y aún así tengo mis dudas- ni en la pesquisa de aquello que constituye la identidad de la poesía peruana, pues si suponemos la inexistencia del Perú, no puede aceptarse tampoco algo así como la poesía peruana, ni siquiera la identidad peruana.
Además, se me ha invitado aquí, no como poeta en ciernes, sino como sociólogo; y por tanto obviaré el asunto del colonialismo supérstite y la aparición de la literatura peruana con Mariano Melgar y su yaraví, según el famoso ensayo de José Carlos Mariátegui. De igual modo, no prestaré atención a nuestro primer momento cosmopolita con Manuel Gonzales Prada; ni a la cholitud de Vallejo, ni a la importante influencia anglosajona que se dio por estas tierras, pasada la primera mitad del siglo XX. Obviaré también el asunto de las vanguardias occidentales y su contraparte: el modernismo de Darío. Y no plantearé la identidad como una suerte de construcción de la tradición literaria y poética en contrapunto con la búsqueda de la originalidad. Debo pedir disculpas, entonces, por tanta omisión.
Si se acepta el término, lo que aquí motiva mis reflexiones, son las macro identidades: la premoderna, la moderna y la posmoderna; y desde otra arista: la identidad occidental y las identidades no occidentales; para terminar reflexionado acerca de cómo las nuevas tecnologías complican todo este asunto. El enfoque sociológico, como es evidente, se impone; pero he intentado acercarme cuanto he podido a la poesía, pues el tema es “Poesía e Identidad”, y siempre es bueno hablar de lo que se nos ha pedido que hablemos.

LA IDENTIDAD PREMODERNA

Dime si andas con Dios y te diré quién eres

Todo era más sencillo en la premodernidad, cuando nuestra identidad estaba resuelta por la certeza de que éramos creación divina y que por tanto nos explicábamos (pasado, presente y futuro) en Dios y sus designios. Se trataba de una identidad que no estaba muy dentro de nosotros, sino más bien afuera, y por lo tanto carecía de problemática que resolver; de cuestiones sobre las que preguntarse. “Ser o no ser” no era nuestro dilema, sino el de Dios que tenía razones que no se podían criticar, y a menudo, incomprensibles para los mortales que debían aceparlas con resignación e irracionalidad haciendo uso de eso que llaman fe.
El Renacimiento se plantea nuevas preguntas, desde que hace un redescubrimiento de la dimensión humana, pero no se aleja del todo de la religiosidad. Va a ser la Revolución Francesa la que va a sacar a Dios del pedestal y colocar en su lugar a la Razón, en su forma “científica”. Dando origen, junto con la revolución industrial inglesa que se dio por esos mismos años de fines del siglo XVIII, a una nueva sociedad, bautizada como moderna; que trae su propio talante; y por supuesto su propia concepción sobre la identidad.

LA IDENTIDAD MODERNA

Dime qué haces y te diré quién eres

Si la premodernidad occidental está marcada por el catolicismo, la modernidad, pese a su anti religiosidad, es hija; en gran medida, según Max Weber, del protestantismo; que creó una suerte de culto al trabajo que va a tener una importante repercusión en la construcción de las identidades; así uno es lo que hace. Somos actores sociales representando un papel, y nuestro guión es lo que somos.
Marx, pensador moderno por excelencia, no se aleja de esta concepción y al colocar en el centro de sus reflexiones a las clases sociales, con la ya casi olvidada categoría de conciencia para sí, divide al mundo en burgueses, obreros y campesinos. Fiel a su materialismo, la identidad (categoría superestructural) aparece como producto del lugar que ocupamos en las relaciones de producción. Así cuando triunfa la Revolución Rusa, sus intelectuales y políticos (antes, qué tiempos aquellos, eran los mismos) intentan identificar qué de la identidad rusa debe ser rescatado para beneficio de la revolución y qué debe ser eliminado por su talante anti progresista. Maikovski y su futurismo va a ser el poeta de la revolución, de los nuevos tiempos; pero Maikovski se suicidó. La revolución lo haría 60 años más tarde.
En Europa y sus dominios la variable cultural aparece relegada por una supuesta solución del problema a través del etnocentrismo que supone a la cultura occidental como la desarrollada, la correcta, y la verdadera, frente a las culturas no occidentales que aparecen como subdesarrolladas, erróneas y falsas. Bajo esa premisa, no hay nada que discutir; pues el asunto de la identidad va a colocarse en una suerte de recta numérica de la historia por la que todos debemos transcurrir, de tal modo que la pérdida de la identidad originaria y la adopción de la cultura occidental equivale a quemar etapas históricas en busca del desarrollo y la superación.
Bajo esta óptica, como explica muy bien Eduardo Galeano, será en Occidente donde haya artistas, aquí sólo artesanos; será Occidente quien tenga literatura, por estos lares sólo tradición oral.

LAS CRÍTICAS A LA MODERNIDAD

Sabes con quién andas, pero no quién eres

Los surrealistas a principios del siglo XX van a iniciar una crítica frontal a la modernidad, poniendo en el centro de sus ataques a la razón. Y yendo al tema que nos interesa, suponen que la socialización constituye una falsificación de los seres humanos, la pérdida de su verdadera identidad por otra construida en base a prejuicios religiosos y morales, y juicios que a la sociedad le parecen racionales. “Yo soy otro” ya había dicho Rimbaud y los surrealistas consecuentes con ello proponen una destrucción de la personalidad en la línea de “El Malestar de la Cultura” de Freud.
A mediados del mismo siglo, quienes después van a ser llamados: “posestructuralistas” inician una deconstrucción filosófica de la modernidad que va a socavar varias de las bases sobre las que descansaba. La categoría razón como opuesta a la locura, sucumbirá ante las reflexiones de Foucault, cuyos escritos sobre la sexualidad van a servir para la posterior destrucción del androcentrismo o falocentrismo, que a imagen y semejanza del etnocentrismo se encargó de fijar un sexo desarrollado, correcto y verdadero: el masculino heterosexual. Esto es de vital importancia para entender lo que desde hace algunas décadas se denomina identidad sexual, o de género. En esto jugó primerísimo papel el movimiento feminista cuyos postulados teóricos van a enriquecer enormemente en las últimas décadas del siglo XX el debate sobre las identidades culturales.
A la crítica artística del surrealismo y a la filosófica de Foucault, Derrida y Deleuze, se va a añadir la crítica política de mayo del 68, cuyo lema habla por sí solo: “la imaginación al poder”, ya no la razón, sino la imaginación. Aunque el movimiento estudiantil estuvo ligado al marxismo, ya no era precisamente un marxismo de manual soviético ni chino, sino más bien lo que luego va a derivar en el llamado neomarxismo, o marxismo posmoderno. Tal vez cabe aquí señalar que por esa época la Revolución Cultural China insistía en ligar la identidad cultural a lo que Mao llamó la marca de clase; intentando eliminar de China todo aquello que no correspondía a la identidad proletaria. Pol Pot basó su genocidio en Camboya en algo parecido. Y antes la Revolución Francesa apartó las ideas monárquicas de la gente, su identidad aristocrática, cortándoles la cabeza.
Estas posiciones artísticas, filosóficas y políticas contrarias a la modernidad no fueron suficientes para darle el toque de gracia. La irrupción de las nuevas tecnologías basadas en la electrónica, sobre todo las informáticas, con el boom de las PC en la década del 80, pero sobre todo con Internet en los 90; van a configurar un nuevo mundo tan radicalmente distinto al que parió la Revolución Francesa, que casi hay consenso en que se trata de una nueva sociedad: Posmoderna la ha llamado Lyotard; Tercera Ola, Toffler; Postcapitalista o Postinduestrial, Drucker; Sociedad Red, Castells; o simplemente Sociedad de la Información y el Conocimiento según la etiqueta más difundida. Pero el nombre es lo de menos, lo que aquí importa es que esta nueva sociedad trae consigo nuevos planteamientos sobre la identidad. Además, el mundo, desde la caída del Muro de Berlín en 1989, es una unidad, económica por lo menos, en lo que se conoce como globalización; proceso altamente complejo que también es de vital importancia para la reconfiguración de las identidades que vivimos en la actualidad.

MULTICULTURALIDAD E INTERCULTURALIDAD

Dime con quién no andas y te diré quién eres

Parte central de esta nueva sociedad de la que estamos hablando es el aspecto cultural, pues el antes peliagudo asunto de la economía se supone que está resuelto: el neoliberalismo es la única solución posible para los problemas de la humanidad, sentencia el denominado pensamiento único.
Así resulta, que en esta época, a la que vamos a llamar posmodernidad, se inicia una crítica muy dura al etnocentrismo, que va a resultar primero en la propuesta de la multiculturalidad y luego en la de la interculturalidad.
La multiculturalidad como concepción teórica empieza por reconocer que en el mundo existe una gran cantidad de culturas, pero a diferencia del etnocentrismo, sostiene que éstas no pueden ser calificadas de superiores o inferiores, admitiendo que se trata sólo de culturas diferentes. Por tanto, supone, que lo que cabe como valor fundamental es la tolerancia hacia el otro, hacia el diferente. Cada quien en su propio espacio desarrollando su propia cultura al tiempo que respeta la de los demás.
Llevando esto al terreno de las identidades culturales, lo que estaríamos diciendo es que en el mundo existen diversas identidades y que ninguna puede considerarse mejor que la otra. Y si la poesía es una manifestación cultural de esta identidad, pues entonces resulta que existen varias poéticas que deben tolerarse entre sí.
Sin embargo, pronto se vio que tal visión peca de idílica, pues ciertas culturas están en enorme ventaja sobre ciertas otras, y no será la tolerancia lo que impida que estas últimas caminen a la extinción. Así nacen las políticas de discriminación positiva que consisten en discriminar a los más empoderados para favorecer a quienes viven su cultura en situación precaria.
¿Cómo aplicar tal política a la poesía? En nuestro país implicaría que el Estado invierta dinero y esfuerzos para promocionar la creación, difusión y lectura de la poesía quechua, aymara, ashaninka, aguaruna, shipiba, etc.; postergando aquella debidamente establecida en los cánones occidentales.
Pero esto implica un problema mayúsculo. En primer lugar hay que reconocer que el idioma no es sólo una manera de decir algo, sino que las lenguas se basan en estructuras de pensamiento particulares profundamente arraigadas en las culturas a las que pertenecen; y siendo la poesía, fundamentalmente, un trabajo con el idioma; pues entonces resultaría que la poesía de una determinada cultura sólo puede ser consumida por sí misma; pues la lectura del poema requiere de las estructuras mentales que se utilizaron en su creación, a fin de ser comprendido en su sentido originario. Pero, ¿no se supone que la riqueza de la poesía, y del arte en general, radica en su infinita interpretación? ¿Esta versatilidad sígnica o esta riqueza polisémica puede trascender las fronteras culturales?, o ¿debe darse al interior de las respectivas culturas porque en caso contrario no significaría una reinterpretación sino una bastardización de la creación artística? Pero seamos más radicales: ¿este “valor polísémico” es universal o corresponde a la poesía desarrollada en Occidente y sus zonas de influencia? En otras palabras, ¿podemos afirmar que lo que es poesía para Occidente lo debe ser también para las culturas no occidentales? Y una pregunta mucho más importante para las políticas de discriminación positiva: ¿lo que es poesía para las culturas no occidentales lo debe ser también para Occidente? Pero vayamos al clímax: ¿es la poesía un arte universal o su pretendido universalismo es una arista más del etnocentrismo occidental? Pero imaginémonos funcionarios estatales de cultura, y no andémonos preguntándonos sobre el huevo y la gallina, sino por el caldo del medio día. ¿Cómo dirigiríamos una política de discriminación positiva para empoderar la poesía quechua o mapuche? Pues lo primero que tendríamos que hacer es dominar el quechua y el mapuche, y eso implicaría que trabajamos para un Estado multicultural y no uno que pretende la homogenización cultural; y eso ya sería demasiado pedir. Pero, aún soñando nos enfrentaríamos al problema de la selección. El Estado no puede auspiciar la publicación de poesía quechua basándose sólo en el hecho de que está escrita en ese idioma; hay un asunto de calidad que se tiene que tomar en cuenta necesariamente; y entonces otra vez empiezan los problemas. ¿Cómo podemos medir la calidad de un poema que corresponde a una cultura que no es la nuestra? Habría que crear entidades estatales para cada una de las culturas que existan en un país, conformadas por gente perteneciente a las respectivas culturas. Pero eso ya no se puede ni soñar. Menos en los tiempos actuales en los que la multiculturalidad está de retirada y siendo reemplazada por un etnocentrismo de nuevo cuño bautizado como “La política del hombre blanco enojado”.
A lo que habitualmente se recurre es a calificar la poesía no occidental basándose en criterios pertenecientes a la cultura occidental. Lo que, a final de cuentas, significa reducir el asunto de la multiculturalidad a un asunto de traducción idiomática. Lo que puede ser pertinente en el caso de los idiomas, que pese a ser distintos se sustentan en una única tradición cultural: la occidental; pero que resulta del todo inaplicable para idiomas que provienen de otras tradiciones culturales.
Pero esto, que ya es de por sí bastante complejo, se problematiza más cuando ya no hablamos de multiculturalidad, sino de interculturalidad.
La interculturalidad parte del supuesto que al mismo tiempo que las culturas son diferentes, son también iguales. Diferentes en cuanto a lo propiamente cultural, pero igualmente valiosas, quieren decir. Pero el asunto no se queda allí, sino que reemplaza la tolerancia multicultural por la celebración de las diferencias y de la diversidad; pues sostiene que uno construye su identidad en base al otro, al diferente. Si todos fuéramos iguales, no sabríamos quiénes somos, sólo encontramos elementos para definirnos al compararnos con quienes provienen de una cultura diferente. No podría existir una identidad andina sino existieran culturas que no son andinas, pues si así fuera el caso no podríamos hablar de una cultura andina, sino meramente humana.
Ahora vayamos a la poesía. Tal postura implica, como en el caso de la multiculturalidad, aceptar que existen varias poéticas, que todas son igual de valiosas y que cada una de ellas se define en base a las otras. Pero lo más importante de la interculturalidad es que promueve un diálogo entre culturas, aceptadas como interlocutores válidos, lo que redundará en un enriquecimiento mutuo. Tal actitud resulta bastante auspiciosa en lo que se refiere a la poesía, pues estaríamos ante un diálogo interpoético que permitiría saltos cualitativos. Pero esto, necesariamente requiere, que ambas poéticas estén en igualdad de condiciones, pues si no, no se trataría de un diálogo sino de un adoctrinamiento; y aquello es lo difícil de conseguir.

LA IDENTIDAD POSMODERNA

Dime qué tienes y te diré quién eres

Pero al margen de las propuestas teóricas de la multiculturalidad y de la interculturalidad; el mundo posmoderno se caracteriza, entre otras cosas, por una descomposición de la identidad. Al cuestionarse el culto al trabajo de la modernidad, de pronto descubrimos que no sabemos quiénes somos; lo que provoca un retorno a la espiritualidad y religiosidad; pero también, en algunos casos, un acentuado hedonismo marcado por las posesiones y por el dinero: uno ya no es lo que hace, uno es lo que tiene: “la diferencia entre tú y yo Pérez, es que tú tienes un televisor a colores, pero el mío es un Sony”, era el remate de un spot publicitario de mediados de los 80 que ejemplifica muy bien lo que decimos. Pues no dice, la diferencia entre tu televisor y el mío, sino se refiere a la diferencia entre personas, establecida en base a los bienes que poseen.
Estamos entonces, ante una crisis de las identidades individuales, en la que la poesía juega dos papeles. En el caso de la pérdida de identidad, reforzando esta sensación de vacío, este sin sentido de todo, al demostrar la ya insalvable división entre el yo poético y el yo real. Como antes lo hizo el romanticismo, la poesía posmoderna nos vuelve a mostrar huérfanos, ángeles caídos; pero el asunto es aún más grave, porque esta vez la poesía está incluida en esta caída; en realidad, el idioma todo, que como lo ha señalado Raúl Zurita, ha caído en la casi total vacuidad. Y en el caso de la sociedad hedonista basada en las propiedades y el dinero, la poesía no juega papel alguno; a no ser la de aspirar a ser best seller y convertir a su autor en el escritor de moda, lo que le permitirá gozar de una pseudo identidad.
En cuanto a las identidades colectivas, la globalización se ha encargado también de ponerlas en crisis. Pero sobre este asunto y el papel o no papel que juega la poesía hablaremos más adelante.

CUERPO E IDENTIDAD

Dime qué cuerpo tienes y te diré quién eres

La modernidad se construye sobre un sujeto abstracto: pienso luego existo, es la máxima que la define. Pero la posmodernidad va a reemplazar al sujeto moderno por uno corpóreo y sexuado; así el cuerpo se convierte no sólo en el centro de reflexiones obligadas, sino también de encendidos debates políticos; y en el territorio privilegiado desde donde construiremos nuestra identidad. Así uno es el cuerpo que tiene.
Esto va a ser mucho más obvio en el caso de las mujeres que en el de los hombres; pues aunque abstracto, el sujeto moderno era varón. La posmodernidad hace tangibles los cuerpos, pero sobre todo el femenino.
Así, va a aparecer en la poesía peruana, y seguramente también en otras partes del mundo, un conjunto de escritoras y de libros cuya preocupación central va a ser el cuerpo femenino. No sólo, porque es allí finalmente donde somos o no somos; sino porque en el caso especial de las mujeres, se trata de un acto de hacer visible lo que permaneció invisible durante siglos y acaso milenios: ellas mismas.
El asunto es subversivo pues implica una transformación radical en la manera de pensar el cuerpo femenino. Se trata de pasar del falocentrismo -que piensa el cuerpo femenino en función del masculino, como mero objeto dador de placer- a un pensamiento centrado en el cuerpo femenino ya no como objeto sino como sujeto, es decir ya no como exclusivo dador de placer, sino como capaz también de recibirlo, de dárselo, de gozarlo.
Esta poética del cuerpo, es a fin de cuentas un intento de construir la identidad femenina, pues es imposible ser si no sabemos quiénes somos, y aquí la poesía se torna exploratoria, pues lo que pretende es un acto de autodescubrimiento.
Últimamente, este tipo de poesía ha sido atacada duramente por diversos críticos que conciben la poesía como un asunto del idioma solamente; y no como un asunto de la carne, la sangre y el cuerpo. Olvidan que idioma y lengua son sinónimos y que a final de cuentas todo poema dice algo, y por tanto, es, además de un objeto estético, uno ideológico, y allí también puede residir su valor poético.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD

Dime quién quieres ser y te diré quién eres

Pero el vacío no sólo es la nada; suele ser también el terreno fértil para el inicio: así en la posmodernidad se plantea la idea de la identidad no como algo dado, sino como algo que se construye. Así no es el lugar donde nacemos, no es nuestro idioma, ni el cuerpo con el que venimos al mundo el que nos da nuestra identidad; sino que podemos elegirla o construirla. Michael Jackson resulta emblemático al respecto, al igual que los transexuales.
Uno puede adscribirse a otra cultura, nacionalizarse y hasta dar la vida por una patria que no es la suya; como ocurre en Irak invadido por un ejército de mercenarios de todo el mundo que mueren, pero sobre todo matan por Estados Unidos, por mundializar la identidad norteamericana. Porque la guerra es económica, pero también cultural, por la desaparición de ciertas identidades y la imposición de ciertas otras.
La poesía a este respecto puede convertirse en un medio de construcción de identidades; son cada vez más frecuentes los casos de escritores que escriben y publican en un idioma distinto a su lengua materna, y ya hemos dicho qué significa esto en el ámbito de las identidades. Es decir, la poesía no como medio de reafirmación de la identidad que nos fue dada, sino como posibilidad de cambiarla por otra. ¿Podemos emitir juicios de valor sobre esto? ¿Podemos llamarlos traidores, aculturados –como hizo Arguedas-; o debemos ver el asunto como un acto de libertad? El tema es, sin duda, harto debatible.

SEX AND THE IDENTITY

Dime con quién te acuestas y te diré quien eres

Quienes deben enfrentarse al vacío identitario de la posmodernidad, suelen recurrir al amor y a la sexualidad como una tabla de náufrago. Después de todo si la identidad es el proceso mediante el cual nos reafirmamos a nosotros mismos frente al otro, resulta que las relaciones amorosas y sexuales calzan muy bien en esa definición. Así de pronto, el asunto de la identidad suele reducirse a la heterosexualidad o la homosexualidad, con sus múltiples variantes en ambos casos: ya no hablamos de opciones sexuales, sino de identidades sexuales, como si uno fuera con quien se acuesta.
Oliver Stone ha hecho pública su preocupación por el hecho de que las nuevas generaciones norteamericanas se forman (construyen su identidad) en base a lo que ven y aprenden en dos series televisivas de éxito admirable: “Friends” y “Sex and the City”.
Para el tema que intentamos abordar, esta última es la que nos interesa más. Quienes han visto esta serie, que se transmite mundialmente vía televisión por cable, han podido notar con suma facilidad que la vida de las mujeres que la protagonizan gira y se define por sus relaciones sexuales y amorosas; todo lo demás: el trabajo, la formación profesional, las aspiraciones personales, etcétera; aparece como secundario o supeditado a lo primero. Y de otro lado, los asuntos sociales, políticos, macroeconómicos, el cuestionamiento por el mundo y por el lugar que ocupamos en él; no juegan papel alguno dentro de la serie: nadie derrama ni una lágrima por los niños que mueren, cada cuatro segundos, de hambre en el África, pero sí llantos a mares por el ex enamorado que se casa con otra.
“Sex and the City” es de una vacuidad espeluznante, pero la sociedad contemporánea toda también lo es. Y en una sociedad vacua y trivial la poesía no tiene lugar, pero los poetas sí; esos poetas que han hecho del amor el centro de su atención al punto que han creído que tal sentimiento se da en el aire, en medio del vacío, y no en un contexto histórico y social determinado. Estos artífices de la palabra, intentan, con sus acabados versos, hacer lo que Sara Jessica Parker y sus amigas intentan hacer en la cama; construirse una identidad, existir a fin de cuentas. Pero, a mí, particularmente, el método de Sex and the City me parece más honesto.

LA IDENTIDAD EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN

Ya sé con quién andas, pero no quién eres

La globalización es un proceso sumamente complejo y que tiene como principal arista el aspecto económico; pero si vamos a hablar de poesía e identidad, entonces debemos movernos en los terrenos de la denominada globalización cultural.
Son numerosos los autores que han reflexionado sobre la globalización cultural, y a un inicial consenso se ha sobrepuesto una diáspora de teorías asentadas en los datos que arroja una realidad que ha hecho de la versatilidad, lo inesperado, el vértigo y el desconcierto, la constante de estos tiempos.
Esta abundante producción teórica sobre el tema, podemos dividirla en 5 grandes tendencias a seguir:

LA ALDEA GLOBAL

Porque andas al unísono con todos es que ya sé quién eres

El poder avasallador del proceso de globalización hizo pensar a muchos, y sigue haciendo pensar a varios, en que el futuro es la homogenización cultural. El mundo será como una aldea, en la que todos tengamos un similar sistema de valores, las mismas costumbres, similares ideas religiosas, y los mismos gustos; y por supuesto, el libre mercado y la democracia representativa se habrán impuesto en todo el planeta. No tendrá sentido definirse como arequipeño, ni como peruano, ni siquiera como latinoamericano, pues hacia donde nos dirigimos es a una identidad planetaria en la que sólo podremos definirnos como terrícolas.
Esta cultura mundial no será ecléctica en el sentido de la unión de lo mejor de cada una de las culturas nacionales para la construcción de una cultura única. Sino que será resultado de la imposición de la cultura de los centros dominantes sobre los países periféricos que verán perder su cultura o creerán ponerla a salvo en los museos, para ponerse a tono con los nuevos tiempos, que, en la idea de Occidente, equivalen a desarrollo.
Las poéticas, obviamente, correrán igual suerte que las culturas a la que pertenezcan. Probablemente, la poesía occidental sobreviva; lo que tampoco es seguro, dada la ya lejana aparición del hombre unidimensional de Marcuse, y el ya remoto nacimiento y desarrollo de la industria cultural de la que nos advirtió la Escuela de Frankfurt; y de la actual y general confusión entre tan disímiles categorías como entretenimiento y cultura, así como el sometimiento de esta última a las leyes del mercado como si se tratara de cualquier mercancía, haciendo de la poesía, publicidad; y de la publicidad, poesía.
Desde la óptica de la “aldea global”, ser optimista significa aceptar el confinamiento de las poesías no occidentales a las bibliotecas y sus ratones, y la sobrevivencia de la poesía occidental como parte de la autocrítica que caracteriza todavía, felizmente, a esta cultura.
Lao Tse dijo: quieres ser universal, habla de tu aldea. Pero qué hacer cuando la aldea se occidentalizó hasta desaparecer, y el mundo entero se convirtió en nuestra aldea. Quieres ser universal, habla de Occidente; tendríamos que decir hoy en día.
Como respuesta a esta situación y tan oscuro presagio, ha surgido, no una propuesta teórica propiamente dicha, sino una posición peligrosamente dogmática y fanática que repite el momento más exacerbado del etnocentrismo occidental, pero esta vez con respecto a culturas mucho más localizadas y pretendidamente congeladas: el denominado etnonacionalismo. Lo que ocurrió en Yugoslavia es un magnífico y trágico ejemplo, y hay que recordar que el genocida servio era un excelente poeta.

UN MUNDO MULTICULTURAL

Dime quién eres pero anda con cuidado

Cuando Lorca escribió “Un Poeta en New York”, New York no era lo que es hoy día. Una ciudad absolutamente cosmopolita en donde cohabitan gran parte de todas las culturas del mundo, y por ende, muchas de las poéticas que corresponden a esas tradiciones culturales.
Cuando las Torres Gemelas cayeron, los muertos pertenecían a muchos países del mundo. Resulta que el hindú tiene como compañeros de trabajo a una norteamericana bien gringa, un francés más francés que el champagne, un limeño que no se pierde la procesión del Señor de los Milagros que se realiza cada octubre por las calles de Manhatan, y un japonés que se niega a cambiar el sake por el güisqui. Todos juntos, pero cada uno con su cultura, con su Tagore, su Whitman, su Mallarmé, su Vallejo, y su Mishima.
Bien idílica la imagen, y por tanto poco realista. Veamos por qué. Este mundo multicultural está asentado en una ciudad y en un país que tiene una cultura oficial y una política de Estado coherente con la misma; así, a menudo, ciertas manifestaciones culturales pueden chocar con las buenas costumbres y hasta con dispositivos legales; convirtiendo, en la práctica, a parte de una cultura en delito. Los musulmanes entregan a sus hijas en matrimonio y las obligan por la fuerza a vivir con sus esposos, pero esto en New York se llama secuestro.
Así resulta que las culturas deben adecuarse a la cultura del imperio para no ser perseguidas y condenadas; y sólo pueden mantenerse fieles a su identidad en aquello que no perjudique a lo que Occidente supone como superior y correcto. Es cierto que los matrimonios forzados son algo deplorable; pero no es sólo en ese tipo de cosas en las que Occidente no admite dimisiones; sino en otras que constituyen su corazón mercantil. Mientras pertenecer a una cultura u otra no afecte el desarrollo del mercado; mientras las culturas se frenen cuando se trate de la estandarización de los hábitos de consumo, Occidente las tolerará. Estamos entonces, frente a los colores de Benetton, esa empresa textil cuyas modelos pertenecen a todas las razas posibles, sin que esto sea obstáculo para que usen la misma marca de ropa. O si no, una miradita a los programas infantiles, Barney es un buen ejemplo, para ver como sus protagonistas, que pertenecen a distintas culturas, tienen idénticos comportamientos típicamente occidentales, y hasta francamente norteamericanos.
Es decir que mientras leer a Tagore, Mallarmé, Vallejo o Mishima, no afecte a la industria editorial, pues se tolerará las lecturas de quienes aún no se han convertido en Homeros Simpson, o en el estúpido hombre blanco del que nos habla Michael Moore.

LA DESESENCIALIZACIÓN DE LAS CULTURAS

Dime quién pareces ser y te diré quién eres

La posición anterior se conecta directamente con esta que nos habla de la aparente preocupación de Occidente por la conservación de las diferentes culturas, sus identidades y su poesía. Así, de pronto, los poderes culturales del imperio norteamericano prestan interés a culturas no occidentales y lo hacen en tono de elogio y admiración. Frederick Jameson ha escrito al respecto y ha puesto especial atención a la maquinaria de Holliwood y a su cambio de actitud: mientras antes los chinos aparecían en las películas, casi invariablemente como tontos, los mexicanos como ociosos, y los indios como salvajes e ignorantes; desde hace algunos años la cosa ha cambiado notablemente, o parece que ha cambiado nada más. Los ejemplos sobran, hablemos sólo de dos: “Danza con Lobos”, es una película en que los Siux aparecen como las víctimas de los colonos ingleses, cuya brutalidad y apego material, les impide valorar la espiritualidad y sutileza de la cultura Siux, sobre todo su comunión con la naturaleza, la misma que es devastada por la cultura occidental. Es tanto el asunto, que el protagonista de la película, se pasa del ejército invasor a las huestes aborígenes. Pero resulta, según los entendidos, que lo que se muestra como cultura Siux en la pantalla, no corresponde a la auténtica cultura Siux, sino que ésta ha sido modificada para que pueda ser degustada por el paladar occidental. En otras palabras, se trata de una recategorización de la cultura Siux en base a las categorías occidentales; y como los espectadores no sabemos nada de la cultura Siux no nos queda más que creer lo que nos dice la película. Un ejemplo más claro, es el del film “El Último Samurai”, en el que de nuevo, hay una supuesta alabanza a la cultura japonesa, en detrimento de la occidental invasora y avasalladora. La metáfora está en la conversión de Tom Cruise a los códigos samurais, pero lo que en realidad ocurre es una recodificación de la cultura japonesa en base a las categorías occidentales.
Las culturas, las identidades, las poéticas pueden seguir existiendo al costo de perder su esencia. Luego, lo que cuesta la existencia es la existencia misma. No se trata de culturas sino de fantasmas arropados con sábanas marca Benneton.

LA HIBRIDACIÓN CULTURAL

Tú eres todos con los que andas

Otros piensan que el acercamiento al que nos ha obligado este proceso de globalización va a derivar en una hibridación cultural, en una mezcla de culturas, como ya ocurre en muchas zonas fronterizas del planeta. El ejemplo siempre suele ser el límite entre México y Estados Unidos, ya casi totalmente borrado desde el punto de vista cultural, pues charros y ratones de nombre Miguel se reproducen a ambos lados de la frontera; y no es raro ver al ratón estrella de Disney con sombrero de mariachi. Además, su colega González no es “rápido”, sino “speedy”.
Se trata de concebir a la cultura y a las identidades que las encarnan como procesos abiertos y en permanente cambio, con una profundidad tal; que en un determinado momento las culturas y las identidades dejan de ser y se convierten en otra cosa, se produce el salto cualitativo del que nos habla la dialéctica.
Esta hibridación es tan fuerte, que tiene efectos contundentes sobre los idiomas, permitiendo la formación de neolenguas como el spanglish, que ya empieza a ser utilizado como insumo para la escritura de obras literarias. Y si la poesía es sobre todo, un manejo del idioma, pues estas nuevas lenguas abren novísimos caminos a la poesía y sus posibles pretensiones de construcción de identidad, en este caso de identidades híbridas.
Podríamos pensar que la hibridación cultural también se puede dar en el ámbito poético, es decir, la mezcla de dos poéticas que corresponden a culturas diferentes, dando como resultado una nueva poética. Parece interesante la idea, pero el inconveniente es que, por lo general, ambas culturas, ambas poéticas, no van al encuentro en igualdad de condiciones, produciéndose a veces, un encontronazo, una asimilación, o tres tazas de la cultura dominante y una pizca de la otra para darle sabor tropical. Aún así, la poesía puede salir ganando.

EL CHOQUE DE LAS CIVILIZACIONES

Si no andas conmigo, entonces ya sé que eres el enemigo

Otros autores, como Samuel Huntington, creen que la occidentalización del mundo es un proceso prácticamente concluido, y que sólo sobrevive otro proyecto cultural junto al de Occidente: el musulmán. Lo latinoamericano es o un Occidente de nuevo cuño, o algo en extinción.
Pero Huntington, no se queda allí, sino que sostiene que el desarrollo del mundo requiere de la imposición de una sola cultura, y obviamente, apuesta por la occidental en su forma norteamericana. Pero dada la terquedad islámica que ha hecho del asunto un tema religioso (Bush, también, por cierto), lo que se viene, es según este autor, una guerra de civilizaciones que terminará imponiendo la cultura occidental en todo el orbe y desapareciendo toda resistencia cultural. Es decir, la aldea global, pero no como resultado de un proceso tecnológico, económico, cultural; sino como botín de guerra.
En estas condiciones, ciertas identidades y ciertas poéticas se tornan en subversivas, porque el sistema ya no sólo quiere ser omnipresente desde el punto de vista bélico, económico y político, sino también desde lo cultural.

POETAS DE DOS PATAS O EL MONSTRUO DE MIL CABEZAS

Dime en que antología apareces y te diré quién eres

La globalización pues ha creado una nueva realidad, y eso que aún no estamos hablando del mundo virtual. Pero para no seguir alejándonos del suelo que nos vio nacer, pisemos tierra arequipeña por un momento e intentemos un esbozo de cómo todo lo que hemos dicho se aplica en este rincón del planeta.
La categoría espacio, siempre ha sido y aún es utilizada por quienes se atreven a hacer antologías de poesía. Así, los títulos pueden ser: “Antología de la poesía arequipeña”, “Antología de la poesía chilena”, “Antología…”. Es bastante común también cruzar la variable espacio con el tiempo; pero eso no es lo que nos interesa en este instante.
Hace décadas, cuando se hablaba de antología de la poesía arequipeña, se daba por descontado, no sólo que los poetas habían nacido en Arequipa, sino que su poesía misma era arequipeña, es decir estaba cargada de lo arequipeño, de arequipeñidad. Y no podía ser de otra forma, pues aunque los poetas se esforzaban por nutrirse de cosmopolitismo, el nivel de desarrollo de los medios de comunicación y de la integración mundial los amarraba al suelo, los obligaba a ver a su cercano alrededor para construir su poesía.
Pero desde hace ya una buena cantidad de años, junto con el proceso de globalización (que da sus primeros atisbos a mediados del siglo XX y entra con todo en la década del 90) lo arequipeño va desapareciendo de la poesía escrita en estas tierras y hasta empieza a ser visto como de mal gusto, cuando lo cosmopolita se va imponiendo en quienes empiezan a dejar de sentirse arequipeños y empiezan a pensarse como ciudadanos del mundo.
En esos momentos, las antologías territorializadas (basadas en un ámbito espacial) empiezan a tener problemas de conceptualización. Porque muchos de los poetas nacidos en Arequipa han emigrado, y porque muchos no nacidos aquí, publican y construyen su oficio en esta tierra. Los antologadores entonces, ensayan distintas alternativas, siendo la más usada, la de seguir considerando arequipeños a quienes no viven aquí, y de adoptar a los que se asentaron en la patria chica de Melgar.
Pero, démonos cuenta de que lo arequipeño como criterio de selección ha desaparecido. Es decir, las antologías de poesía arequipeña, empiezan a prescindir de arequipeñidad, de identidad arequipeña. Y esto, paradójicamente, bajo la creencia de que quienes se fueron se llevaron su arequipeñidad con ellos, y que quienes llegaron la asumieron con agrado y con orgullo. Pero, que yo sepa, no se ha hecho un estudio minucioso sobre el asunto, y la verdad no sé si sea posible hacerlo, porque primero tendríamos que definir lo arequipeño y quién podría hacerlo.
Jorge Cornejo Polar dijo, refiriéndose a Teodoro Núnez Ureta, que lo mejor del carácter arequipeño es el orgullo sin vanidad, la tenacidad sin capricho, la vehemencia sin arrebato, y el amor a la justicia y a la libertad. Pero, exagerando un poco y con mala leche, debo decir, que los poetas que conozco, me resultan vanidosos en extremo, caprichosos a lo más, y de tanto en tanto arrebatados; y dado que la justicia y la libertad no son ya de su interés, sino los premios, los cócteles y los bocaditos; no me queda sino concluir que lo arequipeño, al menos en la poesía, ha muerto.
Por tanto, pensar antologías con criterios territoriales no tiene mayor sentido en los tiempos actuales. Sino vayamos a un caso concreto. Dos poetas que participan de este encuentro, amigos míos además, así que descarten la ojeriza: Lolo Palza y Alfredo Herrera, han sido antologados en los últimos meses en “Enemigo Rumor”, bajo el rótulo de poesía arequipeña; y por Feliciano Padilla en su “Antología de la poesía Puneña”. Yo creo que Alfredo y Lolo no escriben ni poesía arequipeña, ni poesía puneña; sino simplemente poesía; en realidad, poesía occidental, para estar a tono con lo que hemos sostenido en párrafos anteriores.
Y es que no se puede ser arequipeño y puneño a la vez, sobre todo porque los arequipeños, racistas como son, no ven con buenos ojos a los puneños. De lo que se puede hablar tal vez, es de poesía puneño-arequipeña en el sentido de las culturas híbridas de las que hablábamos líneas arriba. Pero más correcto es, me parece, no asumir que nuestros amigos son poetas de dos patas; sino más bien, y ya no sólo ellos, sino todos, un monstruo de mil cabezas globalizadas.
La categoría glocal, quizá pueda venir en nuestra ayuda, es decir: pensar localmente, actuar globalmente. Pero esto que se aplica muy bien en la política, no sé cuánto pueda serlo en la poesía en particular y en el arte en general. Pues la política es un asunto bien occidental, y aunque usemos sus categorías para interpretar problemáticas netamente locales, el resultado siempre será también bastante occidental y por ello es posible desprender de allí una acción global. Un poema imbuido de lo local es pasible de universalización, pero una poética distinta de la occidental, no estoy tan seguro. Y aquí no nos queda sino repetir las preguntas que nos hacíamos sobre si la poesía es verdaderamente universal.

LAS IDENTIDADES INCORPÓREAS

Dime si eres virtual y te diré cuán real eres

Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, sobre todo Internet, se va configurando un mundo paralelo, conocido como mundo virtual o digital, en el que se van constituyendo los más diversos fenómenos que existen en el mundo real. Así, ya se puede hablar de delincuentes y policías virtuales, de dinero virtual, de economía electrónica, de guerrillas virtuales, de parejas e infidelidades virtuales, y de comunidades y culturas virtuales. Pero, aunque la virtualización se haga a imagen y semejanza del mundo real, el resultado no es una copia, sino que se imbuye de nuevas características propias de la condición de no ser real, sino virtual.
En el terreno de las identidades esto está fuertemente marcado por el hecho de la descorporización de los sujetos; pues en la red entramos desprovistos de nuestros cuerpos, somos puro nick name.
Estamos hablando, entonces, de identidades incorpóreas; y esto implica un volver a pensarlo todo, pues recordemos que incluso existe la tendencia a pensarnos como nuestros cuerpos, uno es el cuerpo que tiene; pero si no tenemos cuerpo; entonces, ¿quiénes somos?
En la red uno es quién es y al mismo tiempo no lo es. Se es, pero al mismo tiempo se está dejando de ser, sin que por ello ya no seamos. Dialéctico, el asunto; pero aún más complicado, porque en Internet podemos ser más de uno; e incluso, varios pueden ser uno.
“Mi nombre es Legión, pues somos muchos”, se identifica el demonio en la Biblia. Y el dogma de la Santísima Trinidad sostiene que Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres, pero al mismo tiempo uno. Pues ahora resulta que todos podemos ser un poco divinos y un poco demoníacos. Uno puede construirse todas las identidades que quiera en la red de redes, y puede hacerlo, porque su ser digital no posee cuerpo. Así en Internet uno es quien quiera ser. Nos viene a la memoria Pessoa y sus heterónimos; algo de eso se trata.
El Messenger, servicio estrella de la Microsoft, nos permite contactarnos y conversar con infinidad de personas, identificados todos sólo a través de nick names. La foto colocada en nuestro “perfil” no significa nada en cuestiones de autenticidad, inclusive a la webcam se la puede “engañar” para que trasmita las imágenes que nosotros queramos. Así podemos crear todos los nick names que queramos; pero no sólo eso. Las últimas versiones del Messenger permiten activar varias cuentas simultáneamente, de manera tal que somos varios no sólo diacrónicamente sino también sincrónicamente. (Para ver estas implicaciones en el aspecto sexual ver: “Sexualidad, Ciudadanía y Poder”, en http://el7mocirculo.blogspot.com/ ).
Resulta entonces que en el mundo virtual las identidades se vuelven sumamente borrosas, al menos, si queremos entenderlas bajo las categorías de la relación identidad-cuerpo.
Si las identidades virtuales carecen de cuerpo, ¿pueden estas identidades constituirse en poetas? No estamos hablando de poetas que colocan su producción en Internet. Sino de nick names borrosos ensayando una poética en el chat con desconocidos, donde la materialización del poema dura lo que el CPU se mantenga prendido. Se trata de una poesía que titila en el monitor, pero también en el cerebro, en los corazones y las otras vísceras de quienes alcanzan a leerla. Detrás de ella, no hay un autor en el sentido clásico, sino tan sólo un nick name. Se cumple entonces, lo que reclama Raúl Zurita: los poetas no importan, lo que importa es la poesía. En términos de identidad, resulta que la poesía no reivindica otra identidad que la suya, pues se ha perdido el cuerpo del que brota.
Desde una óptica menos radical, se puede ver también a Internet y a la Web como un espacio posible de encuentro de todas las culturas, de todas las identidades y de todas las poéticas, incluso de aquellas que provienen de culturas ágrafas, pues el potencial multimediático de la red permite prescindir del texto y concentrarse en el audio, el vídeo o combinar diferentes modos de expresión. Además, las herramientas, cada vez más potentes del chat, el e-mail, vídeo bajo demanda, grupos de discusión, etc.; hacen de este espacio no sólo un lugar privilegiado para la multiculturalidad, sino también para la interculturalidad. (Ver: “Multiculturalidad en la Red” en http://el7mocirculo.blogspot.com/ ).

HIPERPOESÍA E HIPERIDENTIDADES

Porque no sé con quién ando es que ya no soy

La tecnología hipertextual (su historia y características se pueden leer en “El Auge de los Soportes Digitales y Virtuales” en: http://el7mocirculo.blogspot.com/ ) rompe con la secuencialidad, lo que es básico en la escritura de un poema (aunque se han hecho varios intentos por romperla independientemente y antes de la llegada del hipertexto) y nos abre un abanico de caminos posibles que coloca al lector en una posición menos pasiva y más activa, pues tendrá que tomar decisiones que redundarán en la construcción misma del poema. Resulta así, que el lector no es sólo lector, sino también un poco autor, en la fórmula del prosumidor (productor y consumidor al mismo tiempo) que explicara Toffler en su libro La Tercera Ola. Pero, si el hipertexto es abierto, es decir que se pueden añadir otros textos al original y abrir nuevos caminos, plantear nuevos inicios y colgar nuevos finales; pues derivamos en un laberinto interconectado de tal forma que carece de orden, de principio y de fin; y que se mantiene vivo, pues su condición de hipertexto abierto permitirá infinitos agregados.
Así, los lectores ya no serán un “poco autores”, sino autores como el que más. Si estamos ante un poema, entonces tendríamos que decir que cada lector se convierte en poeta, o al menos puede hacerlo; y desde otra perspectiva que el poema ha perdido su autoría, reemplazándola por un colectivo borroso y anónimo.
Se trata de un poema colectivo y no necesariamente coherente, que basado en una nueva escritura, la hiperescritura, deriva, necesariamente, en una nueva poética y un nuevo producto: el hiperpoema. Del mismo modo, podemos hablar de un nuevo sujeto poético: inasible, intangible, incuantificable, inubicable, indistinguible, pero vivo.
Si nos fijamos bien, lo que aquí está en juego no es sólo la identidad del poeta como tal, sino la identidad misma de la poesía, de la poética. Pues, al estar el hiperpoema en la red, se convierte en accesible para sujetos de distintas culturas e identidades que van poniendo lo suyo y haciendo del hiperpoema (o pudiendo hacerlo) una obra artística verdaderamente intercultural, y que por lo mismo nos pertenece a todos y a nadie al mismo tiempo.

* Una versión resumida de esta ponencia fue presentada en el encuentro de poetas AQPoesía 2006, realizado a fines de febrero del 2006, en Arequipa, Perú.