20 mar 2014

EL NEO MACHISMO O LAS NUEVAS ESTRATEGIAS DE SUMISIÓN CONTRA LAS MUJERES*

Por José Luis Ramos Salinas

Lo primero que debo hacer es pedir disculpas por ocuparme de este tema, y debo hacerlo por mi condición de varón, pues son las mujeres quienes deben hablar de sus problemas y deben hacerlo con propia voz: no sería la primera vez que alguien, desde una posición de pretendida superioridad, intente reclamar por la condición de inferioridad a la que pretenden ser sometidas las personas a las que aparentemente intenta defender. Ha pasado con las poblaciones indígenas y sin duda también con las mujeres. De hecho los movimientos feministas se cuidaron muy bien durante décadas de no ser infiltrados por varones.
Pero si me atrevo a inmiscuirme en estos temas es por dos razones, la primera porque el feminismo hace ya buen tiempo que ha derivado en lo que se ha denominado teoría de género, que no es otra cosa, sino una particular forma de entender e interpretar la realidad social, en otras palabras es, como su nombre lo dice, una teoría. Y cualquier persona puede abrazar una teoría cualquiera, independientemente de su sexo. Por tanto puede haber varones que postulen, defiendan y se suscriban a los principales postulados de la teoría de género. Pero en segundo lugar, y esto es lo que me parece más importante, es que estoy convencido que el machismo no es algo que perjudique únicamente a las mujeres, sino a la sociedad en su conjunto, por tanto luchar contra el mismo, no es luchar solamente por una mejor condición de la mitad de la población mundial, sino que es luchar por un mundo mejor para todas y todos. El machismo genera una condición de inequidad marcada por la marginación, explotación y exclusión que termina perjudicando no solo a las mujeres sino a la sociedad en su conjunto, incluidos los hombres, machistas y todo.
Aclarado esto, quiero hablar sobre lo que llamo neo machismo, es decir, las nuevas estrategias de control que empiezan a aplicarse contra las mujeres que ya no están dispuestas a ser sometidas. Es decir, el neo machismo está dirigido contra quienes no están dispuestas a soportarlo. ¿Cómo hacer para que el machismo se imponga en medio de tanta oposición? Parece ser la pregunta que se resolvió hace ya un tiempo considerable. Y la respuesta fue: con un machismo que no parezca machismo, con un machismo que se niegue a sí mismo.
De esta manera encontrar discursos machistas, sobre todo en ciertos sectores sociales, es ya muy difícil. Lejanos han quedado los tiempos en que un candidato a la alcaldía de Arequipa podía decir en la radio que las mujeres solo servían para la cocina y la cama; pero si bien no se pronuncian semejantes estupideces, no quiere decir que no se las piense. Entonces hablamos de un machismo soterrado.
Vayamos a un ejemplo para entendernos mejor: en el machismo tradicional y desembozado el marido llegaba a la casa gritando que ya llegó y que le sirvan la comida y que ¡ay! de la esposa si ésta no era de su agrado. Ahora, el marido llega y melodiosamente pronuncia la siguiente oración: “mi reina, ya llegué, sírveme la comida”; el antes rey ahora declara que es su esposa la reina, pero de entrada ya tenemos una seria contradicción: las reinas no atienden a los súbditos. Llamar reina a la esclava para asegurar su esclavitud es parte de lo que estamos llamando neo machismo.
La sociología lo explica muy bien con la categoría de hegemonía. Este concepto se refiere a la dominación que se ejerce sobre un grupo social convenciendo al mismo de que no está sometido o que en todo caso esa condición de sumisión es lo que más le conviene.
De la primera parte del concepto salen ejemplos como el indicado u otros como que el marido se ofrece a ayudar con las tareas del hogar o con el cuidado de los hijos. Allí el truco está en el uso del verbo “ayudar”, pues implica que el hogar y los niños son una obligación de la mujer y que el esposo en un acto magnánimo colabora con ella; cuando en realidad ese hogar y esos niños son parte también de la obligación de quien vive allí y de quien es el padre.
La segunda parte del concepto, el de que la sumisión les conviene a los sometidos, va relacionada a la otra cara del neo machismo, que es su cariz religioso. Ha surgido con mucha fuerza en los últimos años la idea de que los postulados del feminismo contradicen el mandato divino, es decir que en la sociedad que pensó Dios nunca se propuso una situación de equidad entre varones y mujeres, sino que guardó para éstas últimas una posición de entrega y sacrificio por el bien del esposo y los hijos, y su propia negación como sujeto de derecho a una superación personal. Esta misión suicida se disfraza muy bien con un discurso de defensa de los valores tradicionales de la familia nuclear. Están en esta tarea, los sectores ultra conservadores no solo de la iglesia católica, sino también de todas las otras iglesias.

La suma de ambas cosas, el machismo disfrazado de no machismo, y el machismo entendido como mandato divino generan una situación de hegemonía tal, que es expresada en diversos productos culturales como programas de televisión, canciones, etc. que se difunden sin advertir su terrible efecto nocivo. Y con esto terminamos, ¿quién no ha oído esa pegajosa canción que en su estribillo dice “te compro a tu novia”?, y luego suelta una serie de frases que atentan todas ellas contra la dignidad de la mujer. Cuando la ponen en una fiesta, la reacción normal sería que las  mujeres destruyan el local o por lo menos obliguen al disyóquey a retirar de inmediato ese tema, pero lo que ocurre es que salen a bailar. Esa es la hegemonía de la que hablábamos. ¿Podemos imaginar que los judíos bailen algún tema pronazi? ¿Qué la comunidad afroamericana se ponga a cantar que los negros son objetos de compra y venta? Tal vez no hayamos avanzado tanto contra el machismo como creemos.

*Artículo leído en radio Yaraví el 20 de marzo de 2014 y escrito en base a la charla conferida en la actividad "Enfoque de Género", organizada por la Defensoría del Pueblo de Arequipa, el día 17 de marzo.

11 mar 2014

LA PRIMERA DAMA Y EL VAGABUNDO*

Por José Luis Ramos Salinas

Luego de los últimos cambios en el gabinete tras la renuncia del Premier César Villanueva se ha profundizado el debate en torno al papel que juega la primera dama dentro de la conducción del gobierno, al punto que un obscuro congresista fujimorista de apellido Becerril ha pedido la vacancia de Ollanta Humala por dejar que sea su esposa quien gobierne al país.
La figura de primera dama no tiene un sustento justificable en una democracia real, pues el cargo no implica responsabilidades políticas asumidas por elección o por designación, sino simplemente por el vínculo matrimonial que existe con quien ha sido elegido presidente, y se supone que nadie se casa para ser primera dama, sino por razones sentimentales que no tienen por qué derivar luego en algún ejercicio de poder.
La mentalidad conservadora, que ve en la familia nuclear un valor social fundamental, es lo único que sostiene la idea de que la esposa del presidente es una especie de súper mamá del país que debe atender a los más necesitados. Por ello, suelen ocuparse de algunos de los programas sociales de los gobiernos de turno; así Violeta Correa de Belaúnde, apoyó la creación de lo que entonces se llamaban cocinas populares y centros comunales; Pilar Nores de García, presidió la Fundación por los Niños del Perú, e impulsó los clubes de madres; Susana Higuchi ocupó un puesto similar hasta que fue reemplazada por su hija Keiko que a las responsabilidades mencionadas añadió la de la Fundación Peruana Cardioinfantil. Quizá la excepción fue Eliane Karp, ya que además de presidir la asistencial Comisión Nacional de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, tuvo un permanente protagonismo político y una actitud confrontacional para con los críticos del gobierno de su esposo. Pero es Nadine Heredia quien se distingue claramente de sus antecesoras, pues es evidente que su opinión pesa mucho en las más altas jerarquías del gobierno de Ollanta Humala, hasta el punto que no son pocos quienes afirman que es ella quien realmente conduce al país.
La pregunta es: ¿Es por su condición de esposa de Ollanta que Heredia tiene tanto poder? En mi opinión, la respuesta es no. Si bien es innegable que su vínculo matrimonial tiene un peso, no hay que olvidar que Nadine ha tenido siempre un primerísimo papel en los proyectos políticos que ha encabezado su esposo, con el Partido Nacionalista primero y ahora con la alianza Gana Perú. En otras palabras, ella es una alta dirigente del partido en el poder. Si eso es así, ¿puede ser censurable su injerencia en el gobierno? Absolutamente no. Imaginemos que Jorge del Castillo alguna vez es presidente, ¿podría criticarse a Alan García por influir en las decisiones de éste? Por supuesto que no.
Pero la situación no es tan simple, porque las cosas serían como las acabo de explicar si las elecciones fueran una competencia entre partidos que proponen diversos proyectos políticos basados en una ideología determinada. Lamentablemente, no es así. Las elecciones son una competencia entre personas que prometen un conjunto de cosas y que a través de una estrategia de marketing se hacen con el apoyo de la ciudadanía. Entonces, quien ganó el proceso electoral presidencial pasado no fue el proyecto político del Partido Nacionalista, sino la persona de Ollanta Humala. Si es él quien ganó y no su partido, entonces tiene que verse como antidemocrático que cualquier otra persona sin mandato popular pueda influir de forma determinante en las acciones del gobierno. En otras palabras, lo que las críticas a Nadine Heredia demuestran, no es una injerencia indebida de la mal llamada primera dama, sino la crisis del sistema político que deriva en una democracia precaria en la que es muy fácil que terminen gobernando quienes no ganaron las elecciones. En el caso que comentamos no es tan grave, porque al fin y al cabo, Ollanta y Heredia representan al mismo proyecto político; pero en el segundo gobierno de García, por ejemplo, terminaron de ministros quienes perdieron las elecciones, como Ántero Flores, que pertenecía a quien el líder aprista llamó la opción de los ricos y que fue finalmente derrotada en las urnas. ¿Para qué votamos si finalmente se aplica el plan de gobierno de los que pierden?, podríamos decir lamentándonos de nuestra frágil institucionalidad democrática.
Pero regresemos a Nadine a quien las encuestas le otorgan el doble de aceptación que a su esposo. Es evidente sus ganas de meterse en política, que no son de hace tres años, y es evidente también que tiene dotes para esos menesteres; por lo que lo más saludable sería que se deshaga del mote de primera dama y se declare como lo que es, presidenta del Partido Nacionalista Peruano, que es quien lidera la alianza política actualmente en el poder. Así, sería evidente que una posible candidatura suya se debería no a su condición de esposa de Ollanta sino a su trayectoria política dentro del partido que fundó. Y si ganara, le exigiríamos, por supuesto, que no tuviera un primer damo y que mantuviera a raya una posible intromisión de su esposo, quien podría dedicarse a vagar por el mundo dando conferencias, oficio muy común y bien remunerado de los expresidentes de países del tercer mundo.

* Artículo leído a través de Radio Yaraví el 6 de marzo de 2014


2 mar 2014

Los outsiders de los outsiders*

Por José Luis Ramos Salinas

Es evidente que la campaña ya empezó para las elecciones municipales y regionales que se llevarán a cabo recién en octubre. Sin duda, que algunos candidatos se hayan lanzado a la arena electoral, incluso hace un mes, motivó que el resto, por el temor a quedarse rezagado, también empezara a salir a los medios o invertir en propaganda. Los rostros desconocidos se mezclan con quienes van a la reelección y quienes postulan por segunda o tercera vez.
Pero, aunque aún parece temprano, la evidencia es suficiente para estar seguros que estas elecciones no diferirán de las que venimos siendo testigos desde hace más de una década. Es decir, se tratará de una competencia de estrategias de marketing, donde quien posicione una mejor imagen se hará con el poder distrital, provincial o regional. Ni esperanza de que estas elecciones tengan un cariz verdaderamente político, ni soñar, que haya un debate ideológico.
En estas condiciones, se habla de candidatos tradicionales, y de la posibilidad de que aparezca un outsider que pueda competir con éxito en las plazas más disputadas.
Por ello, es necesario recordar cuál es el significado de la palabra outsider. Con este término se designa a quien no pertenece al sistema político y logra vencer las candidaturas de quienes forman parte de él. ¿Y quiénes conforman el sistema político? Los partidos políticos con trayectoria histórica reconocida. Entonces, si pensamos en nuestras actuales autoridades, tendremos que coincidir en que todos ellos son outsiders, desde Juan Manuel Guillén hasta el alcalde del distrito más pequeño de Arequipa, independientemente de si algunos de ellos vienen ejerciendo un cargo político desde hace varios periodos. Por eso, cuando alguien pide un outsider, en realidad está solicitando un outsider de los outsiders.
Si el outsider se caracteriza por estar fuera del sistema político, ¿cuál sería lo que define a un outsider de los outsiders? Probablemente que nunca ha ejercido cargo público ni tampoco haya postulado alguna vez. Es decir, un perfecto desconocido. Los actuales outsider, se ganaron una imagen fuera del sistema político, Juan Manuel Guillén como rector de la UNSA, Alfredo Zegarra como decano del Colegio Médico, por ejemplo. Ahora, no tenemos nada de eso; no hay un personaje en Arequipa, fuera del sistema político, cuyo prestigio sea lo suficientemente alto como para convertirse en un candidato con posibilidades de ganar. Entonces, de dónde provendrían los outsiders de los outsiders. Sencillamente de sueños personales más o menos disparatados, de riquezas económicas importantes, o de una casualidad como que no había a nadie más a quien poner. En otras palabras, la presencia de estos nuevos outsider empobrece aún más la política, convirtiendo a la elecciones en una mera campaña publicitaria, hasta donde se ha llegado a utilizar incluso recursos como el de la intriga, es decir, algo así como hacer propaganda por un candidato cuyo nombre se mantiene en reserva para generar expectativa y luego lanzarlo como si fuera un detergente que hace espuma multicolor.
Es por ello que el Photoshop reemplazará otra vez a la política en estas elecciones, haciendo ver más jóvenes a quienes ya pintan canas, más dinámicos e imponentes a los candidatos con trucos de cámara, y más brillantes con un manejo adecuado del color.
Pero de otro lado, las municipalidades han gozado en los últimos años de un presupuesto inusual, lo que ha permitido la ejecución de obras importantes como complejos deportivos, piscinas públicas, un permanente cuidado de las pistas y un eficaz recojo de la basura. Eso da una imagen de eficiencia a las actuales autoridades, que probablemente no se deba a sus virtudes, sino a los recursos con los que contaron, con los que tal vez, incluso, se hubiera podido hacer mejores cosas. Pero la población no está para tales análisis, sino que simplemente compara el pasado con el presente y es innegable que casi todos los distritos están mejor. Eso deja a los actuales alcaldes con grandes posibilidades de ser reelegidos, aunque con algunas excepciones como el burgomaestre provincial, quien sería reemplazado, si le creemos a las encuestas, por Álvaro Moscoso, quien ya no sería un outsider de los outsiders, pero que en mi opinión personal convendría que se mantuviera fuera de la política y de cualquier cargo público también, y todo eso por el pueblo, como a él le gusta decir.

En tanto que Juan Manuel Guillén, quien deshoja margaritas, otra vez estaría en posibilidades de vencer, por ser, como el mismo lo ha reconocido, el menos malo de los que quieren ser presidentes regionales. Así están las cosas, color de hormiga, por más Photoshop.

*Artículo leído en Radio Yaraví, el 27 de febrero de 2014 y redactado a partir de una entrevista concedida al diario El Pueblo, el 26 del mismo mes.