30 nov 2015

El futuro incierto de las universidades

En junio del año pasado se aprobó en el Congreso la nueva ley universitaria, la misma que recibió una fuerte oposición de los sectores ligados al Apra y al fujimorismo, así como de la Asamblea Nacional de Rectores. La docencia universitaria a este respecto se mostró dividida, al punto que hoy existen dos Fendup, una que reclama por la pronta aplicación de la ley y la otra que se opone a la misma.
Pocos días después de que se aprobara esta ley impulsada por la alianza entre Ollanta y Toledo, se presentaron varios recursos legales ante el Tribunal Constitucional para que este máximo organismo deje sin efecto varios de los artículos más cuestionados: las atribuciones de la Sunedu, el límite de 70 años para ejercer la docencia, la interrupción del mandato de las autoridades elegidas con la antigua ley y otros. El TC se pronuncia recién hace un par de semanas a este respecto declarando la vigencia de la ley en todos sus extremos.
Surge entonces en el Congreso la iniciativa de una ley que permite que los rectores de las universidades que aún no han cambiado autoridades, puedan culminar su mandato, o por lo menos prolongarlo un tiempo más, ya que la Sunedu ha emitido un ultimátum en el que anuncia graves represalias para las universidades que no hayan elegido nuevas autoridades hasta el 31 de diciembre de este año. El debate de esta ley fue boicoteado en una primera instancia por el retiro de los congresistas de la sesión, dejándola sin quórum, y en una segunda oportunidad se acordó pasar la discusión para el 9 de diciembre, pero ahora se ha anunciado que hoy en la Comisión de Educación será sometida a votación con la posibilidad que se archive definitivamente, pero aún es incierto lo que pueda pasar, ya que el oficialismo ha perdido a varios congresistas en los últimos meses y la oposición se ha consolidado.
Mientras tanto en medio de estas idas y vueltas las universidades deben seguir funcionando sin tener claro qué es lo que ocurrirá en el futuro próximo. Las que ya eligieron nuevas autoridades y han empezado su reorganización en base al nuevo Estatuto y la ley, no saben si el trabajo que vienen haciendo será útil ya que Keiko Fujimori y Alan García han declarado que en caso de ser elegidos cambiarían drásticamente la ley. A las que aún no han cambiado de autoridades, la ley les prohíbe nombrar, ascender y cambiar de régimen a los docentes, quienes se ven perjudicados por ello.
En la Universidad Nacional de San Agustín, luego de solucionarse un proceso legal, se aprobó hace poco el nuevo Estatuto y se estableció un cronograma electoral para satisfacer a la Sunedu, pero que viola la ley y que en mi opinión impedirá que el proceso electoral sea un acto verdaderamente democrático, ya que siendo los plazos tan cortos no habrá debates ni mayor difusión y discusión de las propuestas. Lo que hubiera sido ideal siendo la elección de autoridades por primera vez por votación universal, tanto de docentes como de estudiantes.
Son alrededor de 25 mil estudiantes que tienen derecho a votar y recién el viernes se inscribieron los candidatos, por lo que no habrá tiempo ni para que los conozcan, ya que varios de ellos no han tenido una vida institucional lo suficientemente activa para hacerse de una imagen en la comunidad universitaria. Siendo así las cosas es muy probable que el número de votos en blanco y viciados sea bastante alto, lo que restará representatividad a quien salga elegido. Por algo la ley establece que la votación debe hacerse en un plazo no menor de seis meses luego de convocado el proceso. En la Unsa tomará menos de un mes.

*Publicado en el diario Noticias del 30 de noviembre de 2015, en mi columna de opinión: Letra Menuda.

23 nov 2015

De por qué rezar por la paz es apoyar al terrorismo*

                                                              Por José Luis Ramos Salinas 

Tras el atentado contra los periodistas de Charlie Hebdo, se desató una ola de solidaridad casi unánime en todo el mundo, y esto pese a que la línea editorial de la mencionada publicación ha sido acusada de fomentar el odio religioso. 
Tras la masacre de París, la reacción ha sido muy diferente en estos lares, y no ha faltado hasta quienes hayan sugerido que Francia se lo merecía, por su política intervencionista en Libia y Siria. Los más se han solidarizado con las víctimas, pero han recordado también las muertes provocadas por los bombardeos franceses.
Poco a poco, Siria ha empezado a convertirse en el tema de fondo, pero con un desconocimiento tal que hasta se ha planteado que ambos bandos dejen de disparar y vivamos en paz. Suena bonito, pero es irresponsable sostener algo así.
Francia intervino militarmente para derrocar a Gadafi en Libia, y con el mismo fin apoyó a grupos terroristas, entre ellos a los que ahora han formado el denominado Estado Islámico (ISIS). Este "Estado" se extiende en parte de los territorios irakí (gracias al caos provocado por la invasión estadounidense) y sirio. La represalia francesa ha consistido en bombardear territorio sirio, pero no el que está bajo control del gobierno de ese país, sino bajo la autoridad de los terroristas de ISIS.
Este grupo terrorista, probablemente solo comparable con el  Khmer Rojo de Polpot Pot, usa a la población civil que vive bajo su feroz dictadura religiosa, como escudo humano, y es por eso que cada que las potencias occidentales fingen combatirle arrojando bombas, las víctimas son gente inocente, pese a que el boletín militar oficial indique que fueron depósitos de armas o centros de entrenamiento de terroristas los que fueron los blancos.
A menudo el ataque se produce con drones no tripulados y aquí está la clave de todo, porque la población occidental ya no tolera muertos suyos al otro lado del mundo, entonces ISIS tiene que provocarlos en su propia casa. ¿Para qué? ¿Por qué es tan importante llevar la guerra a Europa o Estados Unidos? Simplemente para que surja el deseo de acabarla de una vez.
Y de hecho ya surgió, y por todos lados ya se escuchan pedidos de paz, fin a los bombardeos, la gente expresa su solidaridad con Siria, sin saber que a lo que llaman Siria es en la práctica otro país: el Estado Islámico. No sería raro por eso que el ISIS en poco tiempo ofrezca dejar de atentar contra Occidente a cambio de que no lo molesten en su objetivo de controlar una enorme extensión territorial en Irak y Siria y someter a la población, que aún no ha podido huir, a un régimen de horror indecible.
Por esto, no podemos pedir un cese al fuego y que vivamos en paz, porque la naturaleza de ISIS es de una brutalidad tal que no puede ser admitida por el mundo. Irak y Siria deben recuperar sus territorios y someter a la justicia a quienes los han usurpado.
Nuestra solidaridad tiene que  ser -siempre- con las víctimas, sean de donde sean, y con el El Partido de los Trabajadores de Kurdistán, que es quien realmente se ha tomado en serio combatir el terrorismo de ISIS, calle por calle, casa por casa y que por cierto, mientras enfrenta a los yihadistas, debe cuidarse las espaldas para evitar las bombas del gobierno de Turquía, miembro de la Otan y en la práctica aliado del Estado Islámico, como otros países que solo lo combaten en apariencia.
A ISIS hay que combatirlo desde la trinchera que nos toque, pedir paz es lo que ellos quieren que hagamos, así que Alejandro Romualdo nunca fue más preciso cuando nos pidió: “no reces cristiano (o musulmán), no reces, que con palabras no se hace nada”.

*Publicado en el diario Noticias del 23 de noviembre de 2015, en la columna de opinión denominada Letra Menuda.

16 nov 2015

Elecciones sin candidatos en la Unsa*

                                                                     Por José Luis Ramos Salinas 

Luego de meses de estar paralizada, la Asamblea Estatutaria, en un solo día, cambió algunos artículos del borrador del Estatuto, sin que hasta la fecha sepamos cuáles ni en qué  sentido, a no ser por las declaraciones a la prensa de algunos de sus miembros, tanto docentes como estudiantes.
Ese mismo día también se estableció un cronograma electoral para elegir rector, vicerrectores y decanos con una premura insostenible, que denunciamos en esta misma columna la semana pasada, y que solo duró unos días, pues la misma Asamblea se vio obligada a rectificarse fijando las elecciones para rector para el próximo 9 de diciembre en lugar de la última semana de este mes. En nuestra opinión, este nuevo cronograma sigue siendo poco o nada favorable a un proceso que debe tener un profundo carácter democrático, ya que por primera vez se elegirán a las autoridades universitarias con voto universal y secreto.
Quedan 21 días para las elecciones y ni siquiera sabemos quiénes son los candidatos. Salvo por la agrupación Saberes que postula al médico José Luis Picoaga, ninguna de las otras que competirán (PUA, Idear, Acción Agustina) han hecho pública la plancha que proponen, y Saberes, por cierto, tampoco ha hecho saber a la comunidad universitaria cuáles son sus candidatos a vicerrector académico y de investigación, ya que el vicerrectorado administrativo no ha sido considerado en la nueva ley universitaria.
Si hasta la fecha no tenemos candidatos, nos preguntamos cuándo se harán conocer las propuestas académicas y de gestión, y con qué tiempo se podrán programar debates o por lo menos foros en los que se analicen las mismas desde diversos ángulos, para promover un voto consciente por parte de los más de mil 500 docentes y cerca de 25 mil estudiantes que tienen la responsabilidad de elegir a quienes dirigirán los destinos de la Unsa por los próximos cinco años.
Recién el viernes se eligió el Comité Electoral, y creo, por lo acabado de explicar, que su primera acción debiera ser modificar el cronograma electoral postergando la elección por lo menos dos semanas y así asegurar que esta competencia sea de ideas y propuestas con un carácter académico y profundamente universitario, y no de marketing electoral, entendido en su peor acepción.
Por ello, creo que resulta encomiable que el Proyecto Universitario Agustino, conocido como PUA, haya establecido que sus candidatos a rector y vicerrectores  se elegirán en elecciones internas. Más interesante resulta todavía, que en estas elecciones primarias compitan planchas y no personas, y que se haga bajo la modalidad del voto secreto para cada uno de los docentes que desee participar de las mismas. Claro que siempre hay formas de arruinar estos impulsos democráticos: una excesiva rigidez a la hora de establecer el padrón electoral, o una modificación de las reglas de juego en el último momento, que deje en manos de la dirigencia la conformación de la plancha definitiva. Esperemos que nada de esto ocurra.
Pero otra vez tenemos que advertir que cronogramas como el establecido, atentan contra iniciativas democráticas como la señalada líneas arriba, y que debiera ser imitada por las otras organizaciones en competencia, pero que tienen en el escaso tiempo que queda, un argumento de peso para que la designación sea finalmente a dedo.
Y es que estás elecciones en la Unsa no sólo deben servir para elegir nuevas autoridades, sino para institucionalizar prácticas y procesos democráticos, que deben fortalecerse año a año, elección tras elección, y por ello debo concluir, otra vez criticando a la Asamblea Estatutaria que estableció un sistema electoral para la conformación del Consejo Universitario y la Asamblea Universitaria, que favorece a las mayorías, pues solo obtendrán representación las dos listas con mayor votación, sin tener en cuenta proporcionalidad de votación (se hará en base a porcentajes del 75 y 25%), ni el nacimiento de nuevas corrientes de opinión. El mismo sistema que utiliza Estados Unidos para asegurarse, que salvo los partidos Demócrata y Republicano, nadie tenga representación en el Congreso. Más sano nos parece el sistema peruano, que con la famosa cifra repartidora, permite que las minorías también estén representadas.

*Publicado en mi columna Letra Menuda en el diario Noticias del 16 de noviembre de 2015, Arequipa, Perú.


8 nov 2015

La Unsa en su hora más decisiva*

                                                            Por José Luis Ramos Salinas 


El día viernes, la Asamblea Estatutaria de la Universidad Nacional de San Agustín se volvió a reunir luego de que por una orden judicial estuvieran suspendidas sus actividades desde mediados del mes de julio pasado. En ese momento,ya prácticamente se tenía concluido el Estatuto, y lo que faltaba era establecer el cronograma de elecciones para las nuevas autoridades. Así que al retomar el trabajo, la Asamblea decidió hacer todo lo que faltaba en una solasesión maratónica que concluyó casi a media noche. Sin embargo, en mi opinión, tanta celeridad no contribuye a la adecuada marcha de nuestra universidad sino que compromete gravemente su futuro.

El objetivo del nuevo Estatuto es adecuar el funcionamiento de la Unsa a la nueva ley universitaria aprobada por el Congreso el año pasado. Tal paso no es poca cosa, pues independientemente de las objeciones que tenemos respecto a la misma –como la pérdida en la práctica de la autonomía universitaria- da a las universidades públicas en general y a la nuestra en particular la oportunidad de operar cambios trascendentales que redunden en una mejora integral de la calidad académica, tanto en la formación de profesionales como en las tareas de investigación científica y producción de nuevos conocimientos. A este respecto, la comunidad académica no puede pronunciarse, pues no se ha publicado dicho documento y lo único que tenemos es un borrador que circuló vía electrónica hace unos meses. Y en estas condiciones, en las que ni siquiera tenemos acceso al Estatuto se convoca a elecciones para elegir a las nuevas autoridades de la Unsa. Algo realmente grave, si se tiene en cuenta que entre las cosas que norma el Estatuto están,  precisamente, los procesos eleccionarios.

Así resulta que por declaraciones periodísticas, porque no se ha publicado ningún comunicado oficial, los más de 25 mil estudiantes y casi 2 mil docentes debemos darnos por enterados que las elecciones para elegir rector,  vicerrectores y decanos ya están en marcha. Y que hoy se conforma el comité electoral sin que nadie sepa, salvo los asambleístas, que dice el Estatuto a este respecto. Pero sí sabemos lo que dice la ley: Cada universidad pública tiene un Comité Electoral Universitario que es elegido por la Asamblea Universitaria cada vez que ocurre un proceso electoral, con una anticipación no menor de seis (6) meses previos a dicho proceso...” Y por ello nos llama poderosamente la atención que la fecha de la votación para elegir al rector y vicerrectores se haya fijado para el 27 de noviembre, pues esto significa que en lugar de los seis meses que la ley considera un tiempo prudencial para organizar una elección tan importante se le dé al comité electoral tan solo tres semanas para tan complicada tarea.

Pero si esto ya nos parece contraproducente, nos parece mucho más grave el cronograma establecido para todo el proceso: el 18 de noviembre se inscriben los candidatos y el 25 se publica quiénes están aptos para competir y dos días después es la votación, lo que quiere decir que los candidatos tendrán para hacer su campaña tan solo un día. Y eso en la práctica no es una elección democrática, sino un sorteo.

Y por qué califico tan críticamente lo que han hecho los asambleístas, pues porque esta vez no se trata de que voten varias docenas de personas, como era en la ley anterior, sino que deben participar alrededor de 30 mil votantes. Y en un día de campaña es obvio que no habrá debates entre los candidatos y ni siquiera una adecuada exposición de sus propuestas, y si a eso le añadimos que lo más probable es que los 25 mil alumnos que votarán no conocerán a los candidatos ni de nombre y mucho menos de trayectoria académica y profesional, me tengo que preguntar cuál será el criterio de los estudiantes para elegir entre uno u otro. Y hasta en los docentedebe de existir desconocimiento, pues los hay quienes solo hace unos años ingresaron a la docencia y quienes tienen poco conocimiento respecto a la trayectoria de quienes no tienen profesiones afines.

Si el argumento es que el gobierno está presionando para la elección de nuevas autoridades, habría que aclarar que el límite es el 31 de diciembre, y bien haría el comité electoral que se elija en aprovechar cada día que sea posible para que éstas sean unas elecciones en las que compitan propuestas y calidades personales, y no una en la que será la suerte la que decida los destinos de nuestra universidad.


*Publicado en mi columna de opinión denominada Letra Menuda, en el diario Noticias del 10 de noviembre del 2015, Arequipa, Perú.

2 nov 2015

The L Word

The L Word” es el nombre de una serie de televisión en la que se narra las vicisitudes de un grupo de mujeres, todas ellas lesbianas, y por ello con experiencias vitales similares. Al estar ambientada en California, la discriminación que sufren es mucho menor que a la que estarían expuestas por estos lares.

La reseña viene a cuenta porque el sábado pasado se desarrolló en Paraguay una marcha en la que la Iglesia Católica compartió tribuna con las evangélicas para protestar contra los proyectos de ley que se han presentado en el Congreso de ese país para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y la eutanasia. Sus argumentos, como es obvio, tienen un fuerte carácter religioso; pero no se limitaron a criticar las iniciativas legislativas mencionadas sino que enfilaron sus ataques contra lo que llaman la “ideología de género”, y que no es otra cosa que el desarrollo teórico del movimiento feminista; y reclamaron por una educación que se base en el derecho a la patria potestad, o dicho de otro modo, que el Estado se inhiba de incluir ciertos contenidos en la educación escolar, porque estos deben ser tratados única y exclusivamente al interior de la familia.

¿Suena conocido? Recuerda al mal llamado “Manifiesto de Arequipa”, impulsado por el arzobispo de esta ciudad, y que además de oponerse al aborto, y a la unión civil, hace referencia explícita a la educación sexual, la cual, a su entender, debe ser eliminada de los colegios del Estado y pasar a ser una cuestión que solo debe ser asumida por los padres. Entonces, suena conocido y suena medieval.

El fracasado proyecto de ley de la unión civil y el archivamiento del proyecto de despenalización del aborto en caso de violación, han dejado en evidencia que lo que está en juego en nuestro país, no es la unión civil o el aborto; sino la naturaleza de nuestro Estado: laico o religioso. Y esto por la forma en la que se ha dado el debate, no solo en la sociedad civil, donde tuvieron activa participación las organizaciones ligadas a la Iglesia Católica, sino incluso al interior del Congreso, donde algunos parlamentarios, como Juan Carlos Eguren, parecían no representar a sus electores, sino a ciertas creencias religiosas, y en ciertos momentos críticos daban la impresión de ser meros operadores de la jerarquía eclesiástica. Si a esto le sumamos que el pastor Humberto Lay, argumenta sus proyectos de ley con citas bíblicas, comprenderemos el peligro de que nuestro Estado pierda todo atisbo de condición laica, característica imprescindible de cualquier sociedad moderna y columna fundamental para cualquier democracia.

Y Lay llegó al Congreso de la mano de Pedro Pablo Kuczynski, y hace unos días anunció que formará plancha presidencial con César Acuña; y a Eguren se le voceó como candidato presidencial. Por ello consideramos que nuestra condición de Estado laico, establecida en la Constitución, debe ser un tema que debe incluirse en los debates y propuestas electorales.

Las denuncias contra Luis Fernando Figari que el libro de Pedro Salinas ha logrado que sean conocidas por el país, no son lo que más debe preocuparnos; sino las reacciones del sodalicio y de la cúpula del poder católico, quienes quieren tomar a la ciudadanía por estúpida, y con argumentos que no resisten el menor análisis quieren hacernos creer que colaborarán para que se enjuicie y condene a los culpables, cuando en realidad encubrieron los delitos durante por lo menos cuatro años, pues fue en el 2011 cuando ellos recibieron, de parte de los agraviados, las denuncias respectivas. Ahora dicen que no eran competentes y que enviaron el caso al Vaticano y éste reacciona solo después del escándalo enviando a un investigador que ya declaró que no va a investigar. Casi parece el Ministerio de la Verdad investigando al Ministerio del Amor de la novela 1984.

El libro de Salinas, además, ha motivado a que otros denuncien lo que ya es evidente que no fue un exceso de Figari y otros miembros, sino el modus operandi de una organización que regenta colegios y universidades; y ya se han escuchado voces de padres preocupados por sus hijos, para que colegios como el Prescott, que se presumía laico, deje de ser zona libre del sodalicio.

Y lo peor es que estas abominables prácticas y su encubrimiento se hacen con financiamiento del Estado, es decir con el dinero de todos los peruanos. Ya se ha fijado en más de 2 millones de soles la contribución del Estado a la Iglesia Católica para el 2016. Y a pesar de eso, el Ministerio Público no se atrevió a proceder de oficio cuando debió hacerlo. Y a la Fiscalía de Prevención del Delito le falta iniciativa y coraje.

Esperamos entonces que algún candidato o candidata presidencial, tenga el valor de poner como eje central de su plan de gobierno, el cumplimiento irrestricto de nuestra Constitución en cuando al carácter laico de nuestro Estado. The L Word, debe ser ahora de laico.


*Publicado en el diario Noticias de Arequipa, Perú, del 2 de noviembre de 2015, en mi columna de opinión denominada Letra Menuda.