18 ago 2016

El Cardenal no tiene quién le escriba*

                                                  Por José Luis Ramos Salinas 

Hace unas semanas, Cipriani se volvió a ir de boca, esta vez fue en el programa que sin mérito alguno tiene en RPP. La cabeza de la Iglesia Católica dijo que las mujeres violentadas son muchas veces las culpables de las agresiones que sufren, por estarse poniendo en escaparate. Es decir, el prehistórico argumento de que las mujeres provocan con su sensualidad desbordante, y quienes abusan de ellas son en realidad las víctimas de sus demoníacos encantos. Semejante pedrada, mereció de inmediato la repulsa generalizada; pero no solo sirvió para tan justa indignación, sino para que el Cardenal y sus monaguillos se muestren tal cuales. Cipriani no tuvo reflejos, por el contrario quiso medir si podía pasar por agua tibia. Este titubeo le dio la oportunidad a sus fans de mostrarse de acuerdo con lo que llamaron su derecho a expresar su opinión; terminando de hundirlo. Por lo que, a su puro estilo, acusó a quienes lo censuraban de malinterpretarlo con no poca mala intención; pero como las palabras de Cipriani no admitían equívoco, lo único que logró fue añadir a su misoginia una cereza de cinismo. No le quedó más remedio, entonces, que pedir perdón, y dejar en ridículo a quienes se solidarizaron con él.
Pero las frases de quien fuera sacado de El Comercio por plagio, no carecían de contexto, sino que eran parte del discurso en contra de la marcha “Ni una menos”. Cipriani quiso boicotearla desde siempre por la tirria a los grupos feministas que la organizaban. Pero como lo dicho en RPP mereció la crítica de la Ministra de la Mujer, y luego PPK mostrara su apoyo a la marcha, así como muchas otras autoridades, y hasta su engreída Keiko tuiteó a favor; el pedido del Cardenal cayó en saco roto. Finalmente la marcha fue multitudinaria y nacional, al punto de convertir a Cipriani en una rareza, una pieza de museo que más merecería el desván que un escaparate. Y es que el Cardenal ya no tiene quién le escriba, y tampoco debiera tener dónde escribir.
Tanto éxito, sin embargo, en cosas tan delicadas como la situación de la mujer en una sociedad tan machista como la nuestra, suele ser contraproducente. Porque ahora todos, incluida la TV basura hablan al respecto y se ponen la camiseta a favor de las víctimas, convirtiendo una injusticia social en espectáculo y rating; haciendo que lo que son estructuras sociales aparezcan como casos aislados, que comprometen a unos miserables que son presentados como desadaptados sociales y no como el producto necesario de una sociedad como la nuestra. Así el trascendente objetivo de cambiar la sociedad queda transformado en un pusilánime “deberían darles cadena perpetua a estos mal nacidos”. La tarea actual es entonces, ya no solo combatir a Cipriani y a sus aliados, sino también a los oportunistas que pasaron de admirar al Cardenal a imitar a Laura Bozzo.

*Publicado en el diario Exitosa del 17 de agosto de 2016

11 ago 2016

Pokemon Go Home*

                                     Por José Luis Ramos Salinas 

La llegada de este juego al Perú ha provocado el mismo revuelo que en el resto del mundo. Los miles de fanáticos que han empezado a cambiar el paisaje urbano; y los detractores que en tono moralista e hipócrita, señalan que el popular video juego es una señal de la decadencia humana. Esta última actitud no hace sino recordar cuando tras el estreno de Goku, se empezó a criticar la excesiva violencia en programas infantiles, y lo hacían quienes solo unos años antes se destornillaban de risa con Tom y Jerry o el Correcaminos, dibujos en los que eran incapaces de identificar, no solo la violencia, sino la crueldad que los caracteriza; lo que evidenciaba su ceguera y la ignorancia sobre el tema, pues Dragon Ball nunca fue pensado como un producto dirigido a la infancia.
La búsqueda de pokemones a través de la pantalla del celular, genera la referencia a la cultura zombi; pero quienes la denuncian son quienes pasan horas sentados frente al televisor cuales coach potato; o quienes se sienten deportistas porque juegan “fulbito”.
Pero no se nos mal entienda, el fenómeno Pokemon no es algo que debe alegrarnos, pues revela la pobreza estética impuesta en el mundo y el reinado del merchandasing como la nueva cultura contemporánea.
Sin embargo, no se trata de querernos colocar por encima de los poke gamers, aludiendo una supuesta superioridad espiritual, que como hemos visto, no es más que snobismo inverso. Sino que se trata de practicar jiu jitsu, es decir, de aprovechar el vendaval de Pokemon Go para llevar agua a nuestro molino.
Por ejemplo, el juego al usar el GPS, deja en evidencia la precariedad de los barrios pobres hasta para atrapar pokemones, además, pagar ahorra tareas tediosas como largas caminatas, llevando a lo virtual la división del trabajo en base al estrato económico. La tecnología de la realidad aumentada que usa y que tanta fascinación ha causado puede y es utilizada para fines educativos. Y el hecho de exigir ciertos sistemas operativos, no debe llevarnos a comprar un celular nuevo, sino a organizarnos para exigir a los fabricantes la actualización del software, que actualmente bloquean por fines crematísticos.
Entonces el problema no está en el juego, sino en nosotros. El juego debe estar entre los peores de la industria, a nivel artístico, pero igual ese no es el inconveniente mayor; sino nosotros. ¡Pokemon Go Home! Pero nosotros somos las casas, algunos abollados y desvencijados, otros relucientes y lujosos, pero a fin de cuentas, simples pokebolas.

*Publicado en el diario Exitosa del 11 de agosto de 2016