Dentro de
tres días, el Tribunal Internacional de la Haya hará público su fallo en torno
a la causa presentada por el Estado peruano hace ya 5 años. Y con motivo de
este hecho, sin duda trascendental, no se ha motivado a la ciudadanía a la
reflexión en torno a todos los temas implicados: jurisprudencia internacional,
integración latinoamericana, viejas heridas y posibles reconciliaciones y otros
similares; sino que se ha impuesto la cultura del espectáculo y tal parece que
nos preparamos para un clásico de fútbol sudamericano. Así, Alan García propone
embanderar el país entero para no sabemos qué; y por su parte el gobierno
organiza una trasmisión en vivo del fallo, que será escuchado por el presidente
y la clase política en Palacio mismo con pantallas gigantes acondicionadas en
las diferentes salas, en tanto que la población podrá escucharlo a través del
canal televisivo del Estado.
Si tanta
expectativa merece el fallo, por qué no se han hecho mayores esfuerzos para que
la población se entere sobre qué se va a decidir. El asunto es geométrico, y
mientras Chile considera que la frontera marítima se fija por el paralelo
geográfico, el Perú no apuesta por la perpendicular a la costa, que sería el
pedido extremo, sino por una línea equidistante, que como su nombre lo dice, es
una suerte de ni todo para ti, ni todo para mí. Lo que hay que añadir es que en
estos momentos la realidad corresponde a la propuesta chilena, es decir, que
ese país ejerce dominio sobre 38 mil km cuadrados que el Perú considera suyos.
En esas
condiciones y con la trayectoria del Tribunal de la Haya que prefiere siempre
contentar a ambas partes, antes de dar la razón por completo a una de ellas, es
casi imposible que Chile pueda ganar. Pues aunque no se dé la razón al Perú, es
previsible que el fallo implique la “pérdida” de algunos miles de km cuadrados
del mar que ahora controla nuestro vecino del sur.
Si eso está
claro, no tendría mayor sentido pensar cómo reaccionará el Perú ante el fallo.
La respuesta es obvia, hay que acatarlo aunque no nos satisfaga del todo. La
pregunta es: cómo reaccionará Chile, un país que no está acostumbrado a ceder
territorios, sino acaso, a lo contrario.
Por eso
preocupan gestos como los que propone García, quien parece estar planeando que
Haya o no Haya el Apra vencerá. Su megalomanía fácilmente se puede convertir en
patrioterismo y con la misma demagogia guerrerista que le conocimos cuando
quiso enviar aviones a Panamá para defender a Noriega de la invasión
norteamericana; puede ahora llamar al heroísmo de nuestros jóvenes, claro que,
por supuesto, no desde la línea de fuego, sino desde un cómodo sofá. Preocupa
también qué haga el fujimorismo, sobre todo si recordamos que su diario La
Razón, llama a la guerra con Chile desde hace varios años. Tampoco hay que
olvidar que durante el conflicto del Cenepa, Fujimori al grito de no ceder ni un solo metro
cuadrado del sagrado suelo nacional, no solo cedió un kilómetro en Tiwinsa,
sino que dio pie a millonarios negociados en la compra de armas. Y preocupa
también entonces que el gobierno engrose la lista de invitados a escuchar el
fallo en vivo en Palacio. ¿Qué harán los ministros, las autoridades judiciales,
los alcaldes y presidentes regionales, los líderes políticos y todos los demás?
¿Aplaudir? ¿Dar vivas al Perú? ¿Cantar el himno? ¿O mirar a Ollanta para saber
cuál es la actitud a tomar como en las monarquías de la Edad Media? Sea cual
sea el fallo, las actitudes que tomen podrán ser interpretadas como una
provocación por parte de Chile o como una traición por parte de una población
peruana que recuerda la Guerra del Pacífico como que hubiera sido ayer.
Los
empresarios, en ese sentido, lo han hecho mejor y han señalado que
independientemente del fallo el intercambio comercial con Chile crecerá de
manera sostenida e importante. Ellos tienen claro que lo que les importa son
las oportunidades de ganancias y no andar embanderando el país o poner diversas
caras al momento del fallo, pensando en las próximas elecciones.
Por su parte,
los escritores y otra gente de la sociedad civil peruana han evidenciado los
lazos fraternales que mantienen con sus pares chilenos; y eso creo que debiera
ser la actitud. Sino recordemos a quién benefició el salitre que costó miles de
vidas en 1879, y cómo los obreros chilenos fueron inmisericordemente explotados
en las salitreras que con las vidas de sus padres convirtieron en parte de su
territorio, pero no en parte de su riqueza, y mucho menos de su bienestar.
Por eso
tengo que hacerme una pregunta de muy mal gusto en el momento actual. ¿Este
reclamo ante la Haya tiene realmente que ver con la patria, con la defensa de
la riqueza marítima que le pertenece a todos los peruanos? O será que el 27
quienes estén cruzando los dedos será la familia Brescia que maneja el negocio
de la pesca en el Perú con un patrimonio de 5 mil millones de dólares; y al
otro lado de la frontera la familia Angelini, quien controla la explotación
pesquera del norte chileno incluida el área en disputa.
Solo
nos queda esperar que con el fallo de la Haya no ocurra lo que siempre; que
algunos terminan de pescados y otros de tiburones.
* Texto leído en Radio Yaraví, 23 de enero, 2014