11 ago 2016

Pokemon Go Home*

                                     Por José Luis Ramos Salinas 

La llegada de este juego al Perú ha provocado el mismo revuelo que en el resto del mundo. Los miles de fanáticos que han empezado a cambiar el paisaje urbano; y los detractores que en tono moralista e hipócrita, señalan que el popular video juego es una señal de la decadencia humana. Esta última actitud no hace sino recordar cuando tras el estreno de Goku, se empezó a criticar la excesiva violencia en programas infantiles, y lo hacían quienes solo unos años antes se destornillaban de risa con Tom y Jerry o el Correcaminos, dibujos en los que eran incapaces de identificar, no solo la violencia, sino la crueldad que los caracteriza; lo que evidenciaba su ceguera y la ignorancia sobre el tema, pues Dragon Ball nunca fue pensado como un producto dirigido a la infancia.
La búsqueda de pokemones a través de la pantalla del celular, genera la referencia a la cultura zombi; pero quienes la denuncian son quienes pasan horas sentados frente al televisor cuales coach potato; o quienes se sienten deportistas porque juegan “fulbito”.
Pero no se nos mal entienda, el fenómeno Pokemon no es algo que debe alegrarnos, pues revela la pobreza estética impuesta en el mundo y el reinado del merchandasing como la nueva cultura contemporánea.
Sin embargo, no se trata de querernos colocar por encima de los poke gamers, aludiendo una supuesta superioridad espiritual, que como hemos visto, no es más que snobismo inverso. Sino que se trata de practicar jiu jitsu, es decir, de aprovechar el vendaval de Pokemon Go para llevar agua a nuestro molino.
Por ejemplo, el juego al usar el GPS, deja en evidencia la precariedad de los barrios pobres hasta para atrapar pokemones, además, pagar ahorra tareas tediosas como largas caminatas, llevando a lo virtual la división del trabajo en base al estrato económico. La tecnología de la realidad aumentada que usa y que tanta fascinación ha causado puede y es utilizada para fines educativos. Y el hecho de exigir ciertos sistemas operativos, no debe llevarnos a comprar un celular nuevo, sino a organizarnos para exigir a los fabricantes la actualización del software, que actualmente bloquean por fines crematísticos.
Entonces el problema no está en el juego, sino en nosotros. El juego debe estar entre los peores de la industria, a nivel artístico, pero igual ese no es el inconveniente mayor; sino nosotros. ¡Pokemon Go Home! Pero nosotros somos las casas, algunos abollados y desvencijados, otros relucientes y lujosos, pero a fin de cuentas, simples pokebolas.

*Publicado en el diario Exitosa del 11 de agosto de 2016




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