7 feb 2014

SOBRE EL FALLO DE LA HAYA*

Por José Luis Ramos Salinas

Ya han pasado suficientes días desde que el Tribunal Internacional de la Haya hizo público su fallo sobre el diferendo limítrofe entre Perú y Chile, para que podamos hacer un balance menos apasionado sobre el mismo, así como sobre las reacciones que provocó aquí y al otro lado de la frontera.
En primer lugar el Tribunal Internacional consideró que la frontera marítima con Chile empezaba no donde sostenía el Perú, sino varios kilómetros dentro de nuestro territorio, creándose eso que se llama costa seca, es decir, un área que le pertenece a un país pero cuyo mar le pertenece a otro. Lamentablemente, esto parece que dará origen a otra controversia sobre lo que se ha bautizado como el triángulo terrestre. El Tribunal de la Haya debió ser más contundente al afirmar que solo estaba fijando la frontera marítima y que la terrestre se mantenía tal cual, para que Chile no intente lo que parece va a intentar, correr la frontera terrestre al hito marino.
En segundo lugar el Tribunal de la Haya consideró que la línea equidistante debía establecerse a partir de 80 millas mar adentro y no a partir de la costa como pedía el Perú, lo que implica en la práctica que la zona de mayor pesca sigue en manos del país del sur.
Si esto es así, ¿cómo se entiende que el gobierno haya proclamado como un triunfo el fallo? La razón es que aún cuando la línea equidistante se fija 80 millas mar adentro, el Perú recupera una extensa área marítima, aunque esta no signifique gran riqueza ictiológica ni posibilidades de explotación del zócalo. Por ello es que el gobierno chileno ha sido muy claro al afirmar que discrepa profundamente del fallo. Algo que también debió hacer el Perú. Pues si nos declaramos conformes quedamos como unos avivatos internacionales, pidiendo mucho esperando obtener algo, cuando se supone que lo que demandábamos era un asunto de justicia. Cuando se hace justicia a medias, o a un 70%, no es un triunfo, es una derrota de 30%.
¿Eso significa que no debemos acatar el fallo? De ninguna manera, recordemos que fue el Perú el que recurrió al Tribunal y que fue Chile quien fue a regañadientes. No hay discusión allí, el fallo es inapelable y Chile también se ha pronunciado en ese sentido.
Pero querer convertir esto en una fiesta, no solo es ridículo sino insultante para una población que ha sido educada con la máxima de que el territorio nacional es sagrado. Pese a esto el mensaje oficial del presidente Ollanta fue casi aceptable, salvo hacerlo con una imagen de Cáceres detrás suyo, pero salir luego en compañía de su esposa a dar un discurso populachero, fue tan nefasto, como que Alan García se haya adelantado a dar opinión antes de conocerse la posición oficial del gobierno sobre el fallo.
Las voces de quienes esperaban que La Haya nos devolviera Arica también se hicieron escuchar en plazas y algunos medios de comunicación, pero no tuvieron ningún eco. Hasta el diario fujimorista La Razón que no tuvo mejor idea que publicar fascículos sobre la Guerra del Pacífico días antes del fallo, se declaró contento con la nueva frontera y la misma Keiko opinó que ninguno de los dos países había perdido. Con esto queda claro, que quienes querían resucitar odios pasados, han fracasado; lo que no significa que en el proceso de implementación del fallo pudieran intentar otra vez sacar cabeza.
Pero la verdad es que quienes resultaron afectados fueron los pescadores artesanales de Arica, cuya zona de faena ha sido recortada, lo que significa en la práctica una reducción en sus ingresos que el gobierno chileno debiera atender con urgencia, para evitar que el asunto genere sentimientos antiperuanos, si es verdad que queremos la integración. Seguramente también la familia Angelini que controla la pesca en el norte de Chile tampoco ha quedado contenta y estará pensando cómo obtener permisos de pesca en el mar peruano, algo que no es imposible si nos atenemos a nuestra historia.
El gobierno peruano por su parte ha anunciado un plan de desarrollo para la zona de frontera que incluye un nuevo hospital en Tacna. La pregunta es: ¿se necesitaba el fallo de la Haya para construirlo? ¿Era necesario este fallo para apoyar el desarrollo del sur del país? Otra vez, estas medidas, demuestran la falta de perspectiva histórica de un gobierno que solo unos minutos después del fallo perdió la compostura, y eso, ante los ojos de la prensa internacional.

En conclusión, no vencimos en nuestro diferendo marítimo, pero logramos recuperar gran parte del mar que considerábamos nuestro y que estaba bajo control chileno. Solo que no sabemos si cuando el grupo Brescia entre a la zona con sus barcos, estará pensando en Grau, en Cáceres, o en cuánto ascenderá en el ranking de la revista Forbes de los más ricos del mundo.

*Texto leído por Radio Yaraví el 6 de febrero de 2014

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