Por José Luis Ramos Salinas
Ya han
pasado suficientes días desde que el Tribunal Internacional de la Haya hizo
público su fallo sobre el diferendo limítrofe entre Perú y Chile, para que
podamos hacer un balance menos apasionado sobre el mismo, así como sobre las
reacciones que provocó aquí y al otro lado de la frontera.
En primer
lugar el Tribunal Internacional consideró que la frontera marítima con Chile
empezaba no donde sostenía el Perú, sino varios kilómetros dentro de nuestro
territorio, creándose eso que se llama costa seca, es decir, un área que le
pertenece a un país pero cuyo mar le pertenece a otro. Lamentablemente, esto
parece que dará origen a otra controversia sobre lo que se ha bautizado como el
triángulo terrestre. El Tribunal de la Haya debió ser más contundente al
afirmar que solo estaba fijando la frontera marítima y que la terrestre se
mantenía tal cual, para que Chile no intente lo que parece va a intentar,
correr la frontera terrestre al hito marino.
En segundo
lugar el Tribunal de la Haya consideró que la línea equidistante debía
establecerse a partir de 80 millas mar adentro y no a partir de la costa como
pedía el Perú, lo que implica en la práctica que la zona de mayor pesca sigue
en manos del país del sur.
Si esto es
así, ¿cómo se entiende que el gobierno haya proclamado como un triunfo el
fallo? La razón es que aún cuando la línea equidistante se fija 80 millas mar
adentro, el Perú recupera una extensa área marítima, aunque esta no signifique gran
riqueza ictiológica ni posibilidades de explotación del zócalo. Por ello es que
el gobierno chileno ha sido muy claro al afirmar que discrepa profundamente del
fallo. Algo que también debió hacer el Perú. Pues si nos declaramos conformes
quedamos como unos avivatos internacionales, pidiendo mucho esperando obtener
algo, cuando se supone que lo que demandábamos era un asunto de justicia.
Cuando se hace justicia a medias, o a un 70%, no es un triunfo, es una derrota
de 30%.
¿Eso
significa que no debemos acatar el fallo? De ninguna manera, recordemos que fue
el Perú el que recurrió al Tribunal y que fue Chile quien fue a regañadientes.
No hay discusión allí, el fallo es inapelable y Chile también se ha pronunciado
en ese sentido.
Pero querer
convertir esto en una fiesta, no solo es ridículo sino insultante para una
población que ha sido educada con la máxima de que el territorio nacional es
sagrado. Pese a esto el mensaje oficial del presidente Ollanta fue casi
aceptable, salvo hacerlo con una imagen de Cáceres detrás suyo, pero salir luego
en compañía de su esposa a dar un discurso populachero, fue tan nefasto, como
que Alan García se haya adelantado a dar opinión antes de conocerse la posición
oficial del gobierno sobre el fallo.
Las voces de
quienes esperaban que La Haya nos devolviera Arica también se hicieron escuchar
en plazas y algunos medios de comunicación, pero no tuvieron ningún eco. Hasta
el diario fujimorista La Razón que no tuvo mejor idea que publicar fascículos
sobre la Guerra del Pacífico días antes del fallo, se declaró contento con la
nueva frontera y la misma Keiko opinó que ninguno de los dos países había
perdido. Con esto queda claro, que quienes querían resucitar odios pasados, han
fracasado; lo que no significa que en el proceso de implementación del fallo
pudieran intentar otra vez sacar cabeza.
Pero la
verdad es que quienes resultaron afectados fueron los pescadores artesanales de
Arica, cuya zona de faena ha sido recortada, lo que significa en la práctica
una reducción en sus ingresos que el gobierno chileno debiera atender con
urgencia, para evitar que el asunto genere sentimientos antiperuanos, si es
verdad que queremos la integración. Seguramente también la familia Angelini que
controla la pesca en el norte de Chile tampoco ha quedado contenta y estará
pensando cómo obtener permisos de pesca en el mar peruano, algo que no es
imposible si nos atenemos a nuestra historia.
El gobierno
peruano por su parte ha anunciado un plan de desarrollo para la zona de
frontera que incluye un nuevo hospital en Tacna. La pregunta es: ¿se necesitaba
el fallo de la Haya para construirlo? ¿Era necesario este fallo para apoyar el
desarrollo del sur del país? Otra vez, estas medidas, demuestran la falta de
perspectiva histórica de un gobierno que solo unos minutos después del fallo
perdió la compostura, y eso, ante los ojos de la prensa internacional.
En
conclusión, no vencimos en nuestro diferendo marítimo, pero logramos recuperar
gran parte del mar que considerábamos nuestro y que estaba bajo control
chileno. Solo que no sabemos si cuando el grupo Brescia entre a la zona con sus
barcos, estará pensando en Grau, en Cáceres, o en cuánto ascenderá en el
ranking de la revista Forbes de los más ricos del mundo.
*Texto leído por Radio Yaraví el 6 de febrero de 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario