5 jun 2016

Crónica de un suicidio anunciado*

                                  Por José Luis Ramos Salinas 

 

El fujimorismo empezó su campaña para regresar al poder, a penas lo perdió. Fujimori en Japón conducía un programa de radio y en él y en cuanta oportunidad tenía declaraba que volvería al Perú para gobernar. Mientras tanto, Valentín Paniagua y su equipo empezaban el largo y complejo trabajo de desmontar a la mafia, procesar a los asesinos y ladrones, e iniciar el camino, más complicado todavía, de recuperar la moral para el país, y deshacer las estructuras políticas,  mediáticas, económicas, etc. de las que se valió la dictadura para cometer tus tropelías y que nos dejó como una herencia maldita.

Pero al gobierno de Paniagua le sucedió el de Toledo, que decidió, para no agravar la crisis política que lo agobió desdeel inicio, desacelerar la batalla contra la corrupción y elfujimorismo. Después vino García, y él carga la gravísima responsabilidad, no solo de parar completamente la lucha contra la corrupción, sino de devolverle al fujimorismo un papel protagónico en la política peruana, al decidir gobernar en alianza con él.

Cuando llegó Ollanta, el fujimorismo ya era tan fuerte que no solo no era posible pensar en reactivar las fuerzas democráticas que lo pudieran sacar de escena, sino que los herederos del mafioso Alberto, se dieron el lujo de arrinconar al gobierno, enarbolando las banderas de la lucha contra la corrupción.

Así llegamos a estas elecciones, y en lugar de aprovechar el momento político para poner las cosas en su lugar y regresar al fujimorismo a las páginas policiales, los partidos políticos en competencia, de derecha e izquierda, decidieron en la primera vuelta, hacer como si el fujimorismo no existiera, enfrentándose entre ellos, dejando correr libremente a esa maquinaria millonaria y sin escrúpulos que encabeza Keiko y su lugar teniente Joaquín Ramírez. Su poder era avasallador y su herencia omnipresente, por eso el JNE, con una excusasaca de carrera a Julio Guzmán y no pasa nada, luego perdonaría a Keiko pese a las innumerables pruebas de que cometió la misma infracción que le valió la expulsión a Acuña; y para broche de oro, cambia la valla electoral para permitir que el Apra tenga representantes en el Congreso. Tres fraudes que la ciudadanía se comió sin chistar.

Ahora en la segunda vuelta, se habla de la unidad de todas las fuerzas democráticas para impedir el retorno del fujimorismo, y esa unidad se establece detrás de PPK, el menos indicado para semejante tarea. Y eso y todo lo contado, independientemente del resultado de mañana, es la prueba irrefutable que el fujimorismo ha vencido por esa vocación tan peruana de cometer suicidio.


*Publicado en el diario Exitosa del 4 de junio.

 

 

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