Lo primero
que debo hacer es pedir disculpas por ocuparme de este tema, y debo hacerlo por
mi condición de varón, pues son las mujeres quienes deben hablar de sus
problemas y deben hacerlo con propia voz: no sería la primera vez que alguien,
desde una posición de pretendida superioridad, intente reclamar por la condición
de inferioridad a la que pretenden ser sometidas las personas a las que
aparentemente intenta defender. Ha pasado con las poblaciones indígenas y sin
duda también con las mujeres. De hecho los movimientos feministas se cuidaron
muy bien durante décadas de no ser infiltrados por varones.
Pero si me
atrevo a inmiscuirme en estos temas es por dos razones, la primera porque el
feminismo hace ya buen tiempo que ha derivado en lo que se ha denominado teoría
de género, que no es otra cosa, sino una particular forma de entender e
interpretar la realidad social, en otras palabras es, como su nombre lo dice,
una teoría. Y cualquier persona puede abrazar una teoría cualquiera,
independientemente de su sexo. Por tanto puede haber varones que postulen,
defiendan y se suscriban a los principales postulados de la teoría de género.
Pero en segundo lugar, y esto es lo que me parece más importante, es que estoy
convencido que el machismo no es algo que perjudique únicamente a las mujeres,
sino a la sociedad en su conjunto, por tanto luchar contra el mismo, no es
luchar solamente por una mejor condición de la mitad de la población mundial,
sino que es luchar por un mundo mejor para todas y todos. El machismo genera
una condición de inequidad marcada por la marginación, explotación y exclusión
que termina perjudicando no solo a las mujeres sino a la sociedad en su
conjunto, incluidos los hombres, machistas y todo.
Aclarado
esto, quiero hablar sobre lo que llamo neo machismo, es decir, las nuevas
estrategias de control que empiezan a aplicarse contra las mujeres que ya no
están dispuestas a ser sometidas. Es decir, el neo machismo está dirigido
contra quienes no están dispuestas a soportarlo. ¿Cómo hacer para que el machismo
se imponga en medio de tanta oposición? Parece ser la pregunta que se resolvió
hace ya un tiempo considerable. Y la respuesta fue: con un machismo que no
parezca machismo, con un machismo que se niegue a sí mismo.
De esta
manera encontrar discursos machistas, sobre todo en ciertos sectores sociales,
es ya muy difícil. Lejanos han quedado los tiempos en que un candidato a la
alcaldía de Arequipa podía decir en la radio que las mujeres solo servían para
la cocina y la cama; pero si bien no se pronuncian semejantes estupideces, no
quiere decir que no se las piense. Entonces hablamos de un machismo soterrado.
Vayamos a un
ejemplo para entendernos mejor: en el machismo tradicional y desembozado el
marido llegaba a la casa gritando que ya llegó y que le sirvan la comida y que ¡ay! de la esposa si ésta no era de su agrado. Ahora, el marido llega y
melodiosamente pronuncia la siguiente oración: “mi reina, ya llegué, sírveme la
comida”; el antes rey ahora declara que es su esposa la reina, pero de entrada
ya tenemos una seria contradicción: las reinas no atienden a los súbditos.
Llamar reina a la esclava para asegurar su esclavitud es parte de lo que
estamos llamando neo machismo.
La
sociología lo explica muy bien con la categoría de hegemonía. Este concepto se
refiere a la dominación que se ejerce sobre un grupo social convenciendo al
mismo de que no está sometido o que en todo caso esa condición de sumisión es
lo que más le conviene.
De la
primera parte del concepto salen ejemplos como el indicado u otros como que el
marido se ofrece a ayudar con las tareas del hogar o con el cuidado de los
hijos. Allí el truco está en el uso del verbo “ayudar”, pues implica que el
hogar y los niños son una obligación de la mujer y que el esposo en un acto
magnánimo colabora con ella; cuando en realidad ese hogar y esos niños son
parte también de la obligación de quien vive allí y de quien es el padre.
La segunda
parte del concepto, el de que la sumisión les conviene a los sometidos, va
relacionada a la otra cara del neo machismo, que es su cariz religioso. Ha
surgido con mucha fuerza en los últimos años la idea de que los postulados del
feminismo contradicen el mandato divino, es decir que en la sociedad que pensó
Dios nunca se propuso una situación de equidad entre varones y mujeres, sino
que guardó para éstas últimas una posición de entrega y sacrificio por el bien
del esposo y los hijos, y su propia negación como sujeto de derecho a una
superación personal. Esta misión suicida se disfraza muy bien con un discurso
de defensa de los valores tradicionales de la familia nuclear. Están en esta
tarea, los sectores ultra conservadores no solo de la iglesia católica, sino
también de todas las otras iglesias.
La suma de
ambas cosas, el machismo disfrazado de no machismo, y el machismo entendido
como mandato divino generan una situación de hegemonía tal, que es expresada en
diversos productos culturales como programas de televisión, canciones, etc. que
se difunden sin advertir su terrible efecto nocivo. Y con esto terminamos, ¿quién no ha oído esa pegajosa canción que en su estribillo dice “te compro a tu
novia”?, y luego suelta una serie de frases que atentan todas ellas contra la
dignidad de la mujer. Cuando la ponen en una fiesta, la reacción normal sería
que las mujeres destruyan el local o por
lo menos obliguen al disyóquey a retirar de inmediato ese tema, pero lo que
ocurre es que salen a bailar. Esa es la hegemonía de la que hablábamos.
¿Podemos imaginar que los judíos bailen algún tema pronazi? ¿Qué la comunidad
afroamericana se ponga a cantar que los negros son objetos de compra y venta?
Tal vez no hayamos avanzado tanto contra el machismo como creemos.
*Artículo leído en radio Yaraví el 20 de marzo de 2014 y escrito en base a la charla conferida en la actividad "Enfoque de Género", organizada por la Defensoría del Pueblo de Arequipa, el día 17 de marzo.
1 comentario:
Me parece muy buena interpretación, pero para lograr revertir o en su defecto destruir el machismo y ahora su variante "neomachimo", necesariamente tendría que haber una dominación feminista; para terminar con una enfermedad necesariamente tengo que buscarle una cura, pero que pasaría si esa cura en su proceso se convierte en un mal?; de ocurrir ese efecto mencionado entonces ya no hablariamos de un MACHISMO, sino de un FEMINISMO o NEOFEMINISMO y caeríamos en la misma posición actual vista de otra perspectiva claro está; a lo que talvez quiero llegar es que la especie humana necesita un lado gobernante, no lo llamemos así, digámosle que dentro de la especie humana necesita una parte de liderazgo, de lo contrario caeríamos en una anarquía, desde mi humilde punto de vista no creo que la actual sociedad este lista para el anarquismo.
Saludos Doc. Ramos
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