21 feb 2016

Arequipa otra vez*

                                             Por José Luis Ramos Salinas 

César Acuña había recibido algunos golpes, no fue muy difícil encontrar cosas en contra de quien ahora sabemos, tiene un problema patológico para distinguir el bien del mal actuar. Las denuncias eran graves, pero un electorado que es la herencia del cáncer fujimorista, necesita más que seducción de menores, violencia familiar, compra de votos y contratos dolosos, para quitarle su respaldo. Entonces aparecieron los plagios, uno tras otro, a un nivel tal que la única defensa posible era el cinismo, para el que Acuña parece bien dotado, pero no lo suficiente para seguir creciendo en los sondeos.
Alan García, famoso por saltar en el momento preciso, recibió contra campaña desde el principio. Los narcoindultos, de los que poco faltó para que se jactara en un principio, lo llevaron al imposible de pedir disculpas a la ciudadanía y prometer que nunca más lo hará. Promesa que todo indica cumplirá, porque para indultar se necesita ser presidente.
PPK también sintió las pegadas, a los lobbys y a su criollada respecto a su nacionalidad, se sumó que ahora tiene cinco años más.
Julio Guzmán aprovechó su posición de francotirador, cual parricida eligió a PPK como su sparring favorito y se llevó sus votos, los de los indecisos y los de la izquierda ingenua (había habido una). Eso lo llevó al segundo lugar y a convertirse en blanco. Incoherencias, vinculaciones con grupos de poder, pero sobre todo un partido hecho con remiendos y maquillaje improvisado, que lo ha llevado a donde ahora está.
Desde su cómodo 30% Keiko observaba, como si no se apellidara Fujimori, como si su padre no fuese su padre; sus tíos, sus tíos; y el partido que encabeza producto directo de la vil mafia que organizó el patriarca junto con Montesinos. Con ella no era el lío... hasta que llegó a Arequipa y en el aeropuerto le recordaron a gritos el infame pasado que nunca debemos olvidar. Los más más del partido naranja fueron cogidos por sorpresa, olvidaron las máscaras en Lima y como si estuvieran esperando una oportunidad para demostrar quiénes son, saltó Pier Figari para amenazar a la prensa, y acusar de terroristas a los detractores; Joaquín Ramírez más que dispuesto a la violencia; y Ana Herz no se quedó atrás con sus gritos destemplados. Para que no queden dudas, Keiko justificó el actuar de su plana mayor; Luz Salgado dijo que ellos fueron las víctimas, pues fueron emboscados; y Spadaro que responderán con golpes. Quienes hemos vivido la dictadura de Fujimori sabemos el peligro que esas amenazas significan y cuán urgente es recordarle a la gente los miles de motivos y millones de dólares por los que Keiko no debe ganar.

*Publicado en el diario Exitosa del 20 de febrero de 2016

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