14 feb 2016

Good bye mister Alan*

                                             Por José Luis Ramos Salinas 

1985, Alan García, con una oratoria grandilocuente y un encendido verbo anti imperialista se ganaba a las masas que, en ese entonces, tenían una mayoritaria convicción izquierdista. Ganó holgadamente y en sus primeros años de gobierno se enfrentó al FMI y hasta ofreció apoyo militar a Panamá para resistir la inminente invasión norteamericana. Salía al balcón y el pueblo acudía a escucharlo. Se hablaba de cambiar la Constitución para permitir su reelección. Pero luego vino la debacle económica que junto con el terrorismo en auge, le dio a la oposición la carta libre para despedirlo con abucheos en el Congreso.
Después de la dictadura de la mafia fujimontesinista, empezaron a aparecer pintas con el mensaje “Alan vuelve”, aunque no faltó quien le añadiera un par de letras: “Alan devuelve”, en alusión a las sospechas de corrupción de las que nunca se libró, pues prefirió recurrir a la prescripción de los delitos que se le imputaban. Pese a esto y al recuerdo de su catastrófico gobierno, obtuvo una alta votación el 2001, hasta se insinuó que calculó que le convenía perder esa vez.
El 2006 sacó de carrera a Lourdes Flores, acuñándole el mote de “candidata de los ricos”, y en segunda vuelta venció a Humala. Ya en el gobierno, se parecía cada vez más a Lourdes, ganándose el apoyo de la derecha en lo económico; y hasta del fujimorismo, mandando al tacho la lucha contra la corrupción. El Alan de 1985 se le aparecía como un fantasma que había que enviar a la hoguera, lo hizo escribiendo “El perro del hortelano”, especie de acto de contrición y de solicitud de inscripción al Tea Party. Pero a lo que no iba a renunciar jamás era a sentirse rey (tal como le gustaba cantar), y cual monarca indultó a más de mil narcotraficantes. “Si no les gusta, no voten por mí”, desafió a quienes criticaron tan sospechosa misericordia, seguro de que a los votantes siempre los tendría en el bolsillo.
2016, la última encuesta le da 5%, pese a que no va solo, sino en alianza con la candidata de los ricos. Su total entrega a la derecha, parece un ridículo gesto de viejo verde frente a Julio Guzmán o, incluso, frente a PPK. Su populachismo cínico resulta deslucido frente a Acuña, y su inclinación a saltarse la ley, palidece frente a Keiko.
Alan se ha movido a donde fuera preciso para que nadie le haga sombra, pero ahora lo dejaron sin lugar de tanto irse a la derecha. Solo un punto menos en los resultados de abril, y como Scorza hizo con Haya, los apristas debieran gritarle: “Good bye mister Alan”, el resto de peruanos parece que ya lo hizo.

*Publicado en el diario Exitosa del 13 de febrero de 2016

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