24 mar 2016

El fraude y la pedagogía política*

                             Por José Luis Ramos Salinas 

 

Lo que está en juego en estas elecciones es mucho más que el sillón presidencial. Las controversiales, por decir lo menos, decisiones del Jurado Nacional de Elecciones, y la escandalosa forma en la que se fueron sucediendo sus resoluciones (junto con las del Jurado Electoral Especial de Lima) para terminar dejando fuera de la contienda electoral a Julio Guzmán; nos lleva a pensar que lo que aquí está en juego es en realidad la democracia.

Quienes creyeron que con la salida del partido de la antorcha, lejos de apagarse, se encendería la pradera, se equivocaron totalmente. Pero era fácil caer en el error, pues no se trataba de un postulante que no aparecía en las encuestas, sino del próximo presidente del Perú, según los sondeos que preveían su triunfo en una segunda vuelta con la candidata del fujimorismo. El porcentaje que le daban las encuestas implicaba que varios millones de ciudadanos habían decidido darle su voto, y de pronto el JNE los deja sin candidato. ¿Quién hubiera podido imaginar que en lugar de indignarse y convertir en actos de protesta dicha indignación, los simpatizantes de Guzmán empezaron a desojar margaritas para ver a quién ahora le darían su apoyo? Quien pudo convertirse en el protagonista de estas elecciones, aún fuera de ellas, ya ni siquiera aparece en los medios y su anuncio de que su partido no apoyaría a ninguno de los que quedan en contienda ha pasado tan desapercibido, que resulta evidente que lo que fue su activo político no podrá llevárselo para las elecciones del 2021.

El JNE quiso hacer pasar su decisión como una prueba de que a sus miembros no les temblaría la mano a la hora de cumplir la ley, caiga quien caiga, por eso dieron la resolución contra Guzmán en un mismo acto con la de Acuña, personaje tan desprestigiado que ni sus candidatos al congreso le expresaron solidaridad. Con esto, querían volver otra vez a las sombras y presenciar sin sobresaltos el resto de la campaña electoral. No calcularon que al sacar a Acuña por regalar dinero en actos proselitistas, ponían en la picota a muchos otros (con más poder que Acuña), entre quienes estaba nada menos que Keiko Fujimori.

Ante la denuncia de que Keiko entregó dinero y bienes a simpatizantes, la primera reacción de las autoridades electorales fue decir que no se podía comprobar lo evidente -con lo que arrojaron más dudas sobre su imparcialidad, si es que todavía alguien creía en ella- y esto originó que aparecieran audios, fotos, videos, declaraciones, etc. en una avalancha de pruebas que ignorarlas significaba terminar de enterrar a la herida democracia peruana.

Al momento de escribir estas líneas, el fujimorismo ha presentado sus descargos (así como lo hizo Acuña en su momento) y se espera que en cuestión de horas el Jurado Electoral Especial, demuestre que no es como ha satirizado el famoso caricaturista Heduardo, haciéndole decir a sus personajes que “para el que va segundo la ley es la ley, pero para la que va primera es la ley del embudo”. Es innegable que Keiko y varios de sus candidatos, incluido el inefable Kenyi, han cometido la misma infracción que el postulante de Alianza para el Progreso. No retirar al fujimorismo de las elecciones solo significará hacer más y más evidente que este proceso electoral carece de legitimidad.

Pero detrás de Keiko no solo está su papá, están los grupos económicos y mediáticos más poderosos del país, cuyo último comportamiento nos recuerdan el basural en que el fujimorismo convirtió al Perú en la década del 90. Así que no hay que tener esfera de cristal para saber que Keikoseguirá en carrera, lo que hará que el poco maquillaje con el que se intentaba disfrazar de democráticas estas elecciones, terminará por correrse. Para no ser tan burdas, las autoridades electorales sacarán de carrera a varios candidatos al congreso del partido naranja, incluso a quien postula para la segunda vicepresidencia, y si la cosa se pone fea, tal vez hasta Kenyi sea sacrificado para que la población se trague el fraude.

En esta condiciones resulta lamentable que los candidatos dediquen sus intervenciones a prometer maravillas a la población, que ellos saben no van a cumplir y que incluso creen que no deberían hacerse. Las elecciones, como suele ocurrir a menudo, ya están muy cerca de una competencia de demagogia. Los postulantes a la presidencia tienen la magnífica oportunidad de demostrar su nivel de estadistas haciendo pedagogía política. Sus declaraciones y actos de campaña debieran servir sobre todo para explicarle a la población por qué es importante la democracia, por qué esta no funciona si ciertas instituciones (como el JNE) pierden legitimidad, y cómo un fraude nos roba lo más preciado que tiene el ser humano: la dignidad.

Igual papel debieran estar cumpliendo las universidades, quienes parece que no se han enterado lo que está ocurriendo en el Perú. Con respecto a lo que consideraban abusos de la nueva ley universitaria hasta salieron a las calles, y cuando se trata de salvar la democracia no parece importarles. Los colegios profesionales también brillan por su ausencia.

Cuando el fraude se ejecute en todos sus extremos, cada quien tendrá la oportunidad de demostrar si tiene dignidad o no.


*Publicado en el diario Noticias del 21 de marzo de 2016


 

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