21 mar 2016

La izquierda, el pueblo y la democracia*

                                 Por José Luis Ramos Salinas 


A veces algunas similitudes ideológicas con partidos políticos de otros lares, nos pueden llevar a actuar políticamente de forma parecida; pero el acto político, si bien tiene un contenido ideológico de fondo, depende en gran medida de un aquí y un ahora; y estas dos variables, por lo general, en el Perú tienen matices bastante particulares.

Por ejemplo, cuando Humala ganó las eleccionesteníamos a una Venezuela liderando lo que Chávez llamaba el socialismo del siglo XXI, y con posturas un tanto similares, estaba Evo Morales en Bolivia; Mujica en Uruguay, Ortega en Nicaragua, y otros. Eso hizo pensar que se podía hacer lo mismo en el Perú, pero los votos no alcanzaron y entonces vino la hoja de ruta y las concesiones a los poderes fácticos que terminaron copando el gobierno a solo unas semanas de las elecciones. Así Ollanta terminó apareciendo como un traidor, pero al mismo tiempo, (aunque no causó ningún problema), era algo que no debía repetirse, en opinión de una derecha que no es liberal, ni siquiera burguesa propiamente dicha; sino ultra conservadora y con cierta tendencia al fascismo y al desprecio por la democracia.

Por eso en estas elecciones la izquierda partió con una posición tan desventajosa; pero sin tomar conciencia de su difícil situación. Pensando en el triunfo electoral de Siryzaen Grecia, o el ascenso de Podemos en España, y la resistencia de la izquierda en Sudamérica, siguió con las mismas banderas; y como todo proceso electoral genera expectativas en la población, finalmente pasó de la críticaprogramática al neoliberalismo, al populismo asistencialista. Colocando en el centro de su discurso político a “el pueblo”.El problema es que la palabra “pueblo” no significa nada, puesto que nadie sabe a qué se refiere exactamente. ¿Son los obreros y campesinos? Pues si alguna vez allí estuvieron las bases de la izquierda, hoy están en el movimiento ecologista, en los colectivos culturales y de defensa de los DDHH, en el feminismo, en los movimientos sociales; y en menor medida en el ámbito universitario. Si con pueblo se refieren a los más pobres, pues su total despolitización los ha hecho presa fácil del clientelismo que promueve el fujimorismo.

Si la coyuntura debe marcar nuestros actos políticos, entonces no podemos hacer como si no estuviéramos frente a un fraude. Y por eso es lamentable que Verónika Mendoza no hiciera alusión alguna a este respecto en su reciente mitinen Arequipa. En la situación actual, y luego de ver las reacciones de los otros partidos, la izquierda debe asumir el papel de defensora radical de la democracia, ni siquiera de la directa o participativa; sino de la formal y representativa; porque incluso esta, le resulta un enorme estorbo al capitalismo global para sus objetivos imperiales.


*Publicado en el diario Exitosa del 21 de marzo de 2016


 

1 comentario:

Unknown dijo...

Buena reflexion pero que hazemos??? Ante la ilegitimidad del JNE